Un joven que se chifla por las maduritas tiene ocasión de ir al cine de copas y a un discreto hotel, con una madurita amiga de su madre.
Saludos, lo que a continuación os contare fue la historia real que me ocurrió hace algunos meses, vivo en la capital de España y soy un chico de 21 años, alto, pelo corto, delgado, pectorales marcados … vamos que no estoy nada mal, aunque sé de sobra que hay muchos más tíos que están mejor que yo. El caso es que soy a primera vista bastante resultón para las mujeres, esto me hace no tener excesivos problemas a la hora de encontrar un ligue o un rollo, un polvo de una noche con alguna chica de mi edad en mis múltiples recorridos por las discotecas, pubs y locales de moda de la ciudad.
Mi madre se dedica a hacer arreglos de ropa por el barrio, coser los bajos de los pantalones, arreglar faldas, y yo muchas veces me encargo de hacer los recados, porque mi madre no tiene mucho tiempo. Aquella tarde estaba yo aburrido en casa, había terminado de estudiar y estaba chateando un rato en un canal de sexo intentando pasar el rato y solventar el aburrimiento cuando mi madre me mandó a que fuese a entregar una falda que mi madre le había arreglado a una amiga suya. Me encantan las mujeres maduras y gracias a esto he podido conseguir conocer a muchas maduritas atractivas de mi barrio, dependientas de tiendas, la mujer de la mercería de la esquina, la estanquera, y mujeres que trabajan en el mercado. Todas ellas han servido en mi imaginación para hacerme unas pajas antológicas y tener todo tipo de fantasías y posteriormente en la realidad todo tipo de experiencias con mujeres maduras.
Mi madre me dio la bolsa con la falda y me dijo que Angelines, la mujer del mercado que tiene un puesto de frutas y es la encargada, me tenía que dar 1200 pesetas que era lo que costaba el arreglo de la falda, por lo visto era algo complicado para ser tan caro. Me encaminé a casa de Angelines, a dos minutos andando de mi casa. Me abrió la puerta esa señora que tantas pajas me había » obligado » a hacerme. 55 años, pero muy bien conservada para su edad. Pelo ya blanco, gafas, me resultaba muy morbosa, además era bastante adinerada, y muy viciosa porque en el barrio tenía fama de ser un poco zorra desde que se quedó viuda cuando yo tendría unos 10 años o así. Pero desde siempre me he sentido muy atraído hacia ella.
— Hola cielo, qué guapo estás. Sólo faltaba que me dijese eso para que mi mente empezase a cavilar.
— Hola, Angelines, que traigo la falda que te ha arreglado mi madre ¿qué tal? — Muy bien, aquí estoy sola, que estaba terminando de hacer unas cosas.
Le pregunté por su hijo Andrés, el cual tenía mi edad, su hijo era un poco amanerado, pero nunca he llegado a saber si era gay o no, no lo sé. La verdad es que me da igual. Le dije que estaba tan guapa como siempre, es cierto que hace muchísimo que no la veía y ver a ese pedazo de mujer en sus plenos 55 años, me levantó » la moral » de una forma impresionante. Muy amable ella me ofreció tomar un refresco el cual acepté gustosamente. Me dijo que iba a salir y que la había pillado a punto de meterse en la ducha. Me dijo que me tomase tranquilamente el refresco, hablando con ella. Le pregunté qué planes tenía y bueno como se iba a quedar sola, me ofrecí a proponerla que por qué no íbamos al cine a ver una película y luego a tomar algo. Se quedó un tanto extrañada, pero creo que enseguida adivinó (no es tonta), que yo, aquel chico inocente que ella conocía desde que yo tenía 5 años, ya no era un niño, yo ya estaba hecho todo un hombretón. Aceptó gustosamente no con cierto reparo por si alguna amiga la viera con un jovencito de 21 años recién cumplidos qué iban a pensar con envidia seguramente. Le dije que quería ver, eligió ella la película (la verdad es que la película me importaba más bien poco, lo único que en mi mente cabía era la oportunidad de cumplir mi sueño de calentar la cama de esta madurita que me ponía a mil por hora).
Ella se vistió, y no pude evitar acercarme a la ducha que dejó la puerta entreabierta y cual fue mi sorpresa al verla enjabonarse sus pechos bien dotados y para nada caídos a pesar de la edad, se mantenían bien firmes y jugosos. Empezó a pasar la esponja por su coño y seguidamente a tocarse y acariciar sus senos con una mano mientras con la otra se tocaba el coño inclinándose un poco e incluso creo que se estaba metiendo un dedo en el culo. Esta tía se estaba masturbando y no sabía si era porque sabía que presuntamente yo estaba en el salón escuchando música y viendo la tele, o porque realmente le había excitado mi presencia. No pude evitar sacar mi polla de los pantalones y pegarme una paja de campeonato, no llegué a terminarla, lo cual fue peor porque estuve caliente durante toda la tarde. Se visito y se puso elegantísima. Bajamos al garaje donde cogimos su todo terreno y nos fuimos a unos cines bastante grandes de las afueras, era la última sesión la de las diez, y nos sentamos en una de las ultimas filas y viendo la película, pude ver como a través de los destellos de luz se marcaban unos pezones duros a través de su blusa blanca y se podía ver de reojo su seno izquierdo puesto que no se había puesto sujetador, la verdad es que sus tetas aguantaban bien sin sujetador.
Al terminar la película la llevé a un pub, lujoso, donde nos tomamos una copa, es un pub donde maduritas elegantes van a ligar con jovencitos, pero no es mi caso, aquí en la capital. Tomamos una copa y la empecé a tirar los tejos de manera más descarada diciéndola lo guapa que era y que tenía un cuerpo realmente precioso y que se conservaba demasiado bien para tener la edad que tenía.
— Pero qué dices… si ya estoy casi hecha una abuela
— Venga Angelines, no digas tonterías, si estás en la flor de la vida, a mí me encantas (estuve tentado de decirle que se pone como un misil cuando la veo, pero decidí lógicamente que era mejor no ser tan basto)
La saqué a bailar, y bailamos agarrados una canción lenta, no dábamos para nada el cante porque a nuestro alrededor había muchas más parejas de mujeres de 40 a 60 años bailando o charlando, o tomando una copa con jóvenes de 18 a 30 años… y por lo que pude comprobar ella ya había estado aquí más veces aparte de que me lo confirmó, empecé a bajar lentamente la mano y tocar disimuladamente su culo , mientras me acercaba ya con mi paquete duro hacia su entrepierna, se dio la vuelta y no pude evitar restregarla disimuladamente mi polla por el trasero a través de su falda, y ver cómo ella sacaba un poco más el culo en señal de aprobación.
Nos fuimos a su casa, pues era un poco tarde y ella ya estaba algo bebida, no había tomado más que dos martinis con limón y yo dos whyskis con coca cola, pero se ve que le subieron enseguida. En el coche, en un jeep de estos modernos que hay ahora, no pude evitar meterla mano en el semáforo y tocar sus preciosos muslos a través de sus pantys negros y acercarme y empezar a besarle su cuello al tiempo que la dije:
— Llévame a tu casa o a un hotel o a donde sea, porque te lo voy a comer todo y quiero que tengas el mejor orgasmo de tu vida.
En su casa no podíamos ir porque se supone que su hijo ya había llegado puesto que estaría cansado en cuanto saliese de la pizzería donde curra, además no me gustaría que me diese una hostia o que lo intentase al ver que yo me había ligado a su madre.
Así que como ella de pelas andaba muy sobrada decidimos ir a un hotel que ella conocía donde la reservaron una habitación, el hotel estaba situado en la zona del Barrio de Salamanca y cuando llegamos mis sospechas se confirmaron , no era un mal hotel en absoluto, subimos a la habitación y yo me pedí una copita pequeña de güisqui solo, nos empezamos a besar frenéticamente, mientras Angelines se quitaba la blusa dejando al descubierto unas maravillosas tetas, una talla 100, no muy grandes pero estaban muy bien, su piel era suave , tersa, con la madurez que a mí me encanta, empecé a deslizar mi lengua desde su cuello hacia sus pechos, esos pezones de un tono oscuro palpitaban mientras yo los recorría con mi lengua . Le quité los pantys y empecé a hacerle un buen trabajito en su almeja caliente que ya chorreaba flujos y daba claros síntomas de estar excitada, recorrí todos los pliegues de su almeja con mi lengua, mientras notaba su calor, sus palpitaciones, me desnudé y comenzamos un 69 alucinante que me transportó al séptimo cielo, hasta que con el calentón que duraba todo el día me tuve que correr porque no aguantaba más… me corrí sobre sus pechos. En seguida volví estar a tono y después de ver desaparecer mi miembro entre los labios de Angelines. Decidí que mi misil no podía esperar más y tenía que entrar en esa cueva cuanto antes.
— ¡Métemela! Suplicaba Angelines.
Y así fue empecé a acomodarme para meterme dentro de su cueva, y el folleteo duró un buen rato hasta que nuevamente me corrí en su abdomen. Lo hicimos de nuevo tres veces más, la sodomicé y me pasé horas y horas comiéndome el coño de aquella mujer que tanto me excitaba desde mis quince años. La verdad terminé exhausto, y lo peor fue la hora de dar explicaciones a mi madre cuando aparecí a las nueve de la mañana del sábado y sin darle el dinero de la falda (puesto que me lo gasté en pagar los refrescos y las palomitas del cine). Todo quedó en que pasé una noche de desfase con mis amigos y que me quedé sin dinero y no llevaba la tarjeta y tuve que usar ese. Se lo devolví la semana siguiente puesto que aquella noche de sexo, y pasión salvaje con la madurita de Angelines, con la cachonda y viciosa amiga de mi madre me costó el quedarme sin paga y por consiguiente en casa el fin de semana siguiente, pero sin duda, valió mucho la pena.
NOTA DEL AUTOR: Me encantan las mujeres maduras de 50 a 70 años que aprecien el morbo y el buen sexo tener con ellas una amistad picante y quién sabe, por el gusto de ser premiado con la oportunidad de comerles el coño y darles orgasmos increíbles. Soy un chico de Madrid de 21 años, atractivo, no estoy mal dotado, cariñoso, caliente, morboso e imaginativo. Espero encontrarme contigo si tu estas dispuesta a todo, yo sí.