Se conoce a la dominación ecuestre al EPE Erotic power exchange en español Sesión erótica de poder mejor llamado Intercambio Erótico de Poder.
El EPE o EPC para otros, significa en el seno de la comunidad BDSM, actividades consensuadas de sesión erótica de la voluntad o del poder. Dada la influencia cultural en el mundo hispano, es probable que en años venideros la definición de EPE, vaya desplazando gradualmente a la de D/s. Ambas describen la misma situación, como atestigua la E.P.E.I.C. Erotic Power Exchange Information Center, una de las organizaciones mundiales más reconocidas dentro del BDSM, que trabaja en común con la International Maledom/femsub Guild, sociedad que ampara a los grupos BDSM con presencia en Internet.
EPC es toda relación entre adultos que de forma voluntaria incorporan los elementos de dominación y poder en sus relaciones amorosas y usualmente asimismo en una gran parte de sus vivencias diarias. EPC es más conocido como BDSM, S/M, D/s o sadomasoquismo, pero todos esos términos son demasiado limitados, incorrectos y a menudo se confunden con estereotipos y afecciones mentales, por lo que la denominación EPC es la preferida por la comunidad BDSM. Esta puede tomar cualquier forma, dentro de una relación. Desde los juegos de sumisión amorosa en una pareja que hace el amor, hasta las relaciones totales 24/7, 24 horas al día, 7 días a la semana.
El perfil que adopta una u otra relación dependerá enteramente de las fantasías de sus integrantes, de los pactos entre ellos, etc. En tanto sean consensuadas, informadas, sensatas, presididas por el sentido común y voluntarias, la comunidad BDSM las entenderá como D/s, o en la terminología EPE, Erotic Power Exchange.
Mazmorras del placer
Una película de cuyo título en español, Mazmorras del placer, es la típica translación oportunista de su anfibológico título japonés, de significado gaseoso. En cambio, el contenido de la película es bastante contundente. Los dos personajes se conocen en una Dominación ecuestre, según el diálogo, durante una exhibición de circo. Aquellas imágenes equinas son evocadas, susurradas, por el joven Takeshi al oído de Momoko.
Los actores de esta película utilizan seudónimos para proteger su privacidad. Los nombres elegidos no dejan de ser altos, sonoros y significativos: Takeshi en japonés significa hombre fuerte, y Momoko, flor de melocotón, siendo el sufijo ko jovencita muy frecuente en nombres femeninos. Todo el filme se desarrolla en una misma casa. No, la casa no es ni muy moderna ni muy lujosa, sino de un estilo muy latino del Hollywood de los años 30. Por allí circula la pareja de amantes, siempre pegados el uno al otro, en una ininterrumpida unión sexual, como lapas amorosas, o, simplemente, como dos personas haciendo el amor sin límites.
Esta película de casi 3:30 hrs. de duración es un vivo ejemplo de lo es Dominación ecuestre, sin que los cuerpos de los protagonistas se desentiendan de su estrecho, infinito, abrazo. El mérito está en continuar así sin llegar a ningún suspiro final, a ninguna satisfacción definitiva. Por turnos, una veces es Momoko quien lleva la iniciativa, quien pone a prueba el autocontrol de Takeshi para no ultimar el placer. Otras veces es él quien lleva al límite a su pareja. Acompasan ambos cuerpos, como si tuvieran cuatro brazos y cuatro piernas, para cocinar, leer el cada uno de ellos una parte del periódico, apuntar cosas para el pedido de la compra, y para sacar la basura. Los diálogos son sencillos y funcionales:
-Me toca humillarte, cariño.
-Cielo, ¿has llamado a mamá por su cumpleaños?
Una pareja tan unida no deja de tener problemas, por ejemplo, los celos de Takeshi.
-¿Piensas en alguien? ¿Es así como puedes resistir la culminación?
La novedad técnica que nos trae ésta película, es el planteamiento de un encordamiento doble del amo y del esclavo. Hasta ahora, quien ataba o encadenaba al otro era el Master al sumiso. Así fue toda la vida, pero ahora esta película japonesa nos presenta el más difícil todavía, el triple salto mortal del shibari, nada menos que una pareja voluntariamente encadenada el uno al otro. Hasta la muerte.
Momoko y Takeshi, con sus jóvenes cuerpos atados y amordazados, con sus pieles bien hidratadas para evitar herirse con las cuerdas de seda y cáñamo, sólo pueden entenderse con gemidos, con gruñidos, y con los mensajes de texto que se envían mutuamente para permitir, en caso extremo, enviar la palabra de seguridad ¡basta!. Nunca la escriben, nunca interrumpen su relación. El poder aparece consensuado y compartido, sin que ninguno pueda separarse, pero tampoco llegar al goce.