Sucedió en Hallowen
Una fiesta de Halloween que se me fue un poco de las manos hasta tal punto que cambio mi vida, convirtiéndome en una viciosa sin escrúpulos.
Todo comenzó con aquella invitación que llegó para una fiesta de Halloween en una discoteca que había alquilado la empresa en la que trabaja mi esposo, en esa fiesta no solo invitaban a mi esposo sino que podían ir hasta un máximo de 4 personas por familia.
Llevábamos una vida de total monotonía como casi cualquier matrimonio en los 50s, tanto mi esposo como yo teníamos 52 años, nos conocimos en el colegio y yo era unos meses mayor que el, pero desde ahí nos hicimos amigos y luego nos casamos, yo le insistí que no estaría mal el ir para variar un poco y salir de la aburrida rutina que nos estaba invadiendo, el no estaba muy por decidido, pero por mi insistencia dijo que si.
En la invitación había una nota en la que decía que los disfraces debían tener antifaz forzoso pues pedían disfraces muy sexys y así darle premio al más sensual y por el antifaz no habría preferencia pues no se sabría quien es quien, lo de premiar los disfraces femeninos que entre más sexys mucho mejor no es muy políticamente correcto y muchos dirían que es algo machista, pero me pareció graciosa la propuesta y como no se refería a ningún sexo en concreto y tampoco soy yo muy políticamente correcta me dije: – ¡¡qué demonios, voy a ponerme uno que sea extremadamente sensual!!, – además con un poco de suerte igual animaba a mi marido que estaba perdiendo la poca libido que siempre tuvo.
Mi hijo dijo que también iría con alguna amiga pero que su disfraz sería un secreto por ello no saldría desde casa, yo le dije que me parecía buena idea, pero que nadie sabría tampoco mi disfraz, así que me dispuse a buscar uno, yo sin mucha experiencia en el tema siempre recurro al mismo sitio que suele ser algún buscador de internet, escribiendo disfraces de Halloween sexys, empecé a combinar la búsqueda y sustituir palabra sexy por erótica, picante y hasta porno, la verdad es que la cantidad de resultados era bastante grande y muchos aun eran más que sensuales audaces para cualquier mujer de mi edad.
Al final me decidí por uno que me pareció bonito, elegante y muy sugerente, era algo parecido a la famosa Morticia de la familia Adams pero en el formato tan sensual y sexy de: aquí está una Milf caliente o sexy para todos, para que nadie lo viera quedé con una amiga en enviárselo a su casa, al cabo de tres días ella me llamó para decirme que ya había llegado el paquete, fui para allá con pocas expectativas porque todos sabemos que por internet muchas veces ves un vestido muy hermoso y que se le ve increíble a la modelo y te llega algo como para usar y tirar a la basura.
Nos pusimos a abrir el paquete, yo creo que ella con más ilusión que yo, a simple vista parecía que había acertado, por lo menos a mi amiga le estaba encantando, – pruébatelo, pruébatelo – me dijo, bueno para eso había ido, así que me quité la ropa que llevaba quedándome solo en bragas y sujetador, al ponerlo me di cuenta que me quedaba como un guante pero empecé a notar lo que a mi me parecieron algunos defectos. Como: el escote que era muy pronunciado pues me llegaba a la cintura y con dos tiras que apenas tapaban las tetas, quedando toda mi espalda al aire, mi amiga dijo que eso no me preocupara mucho, pues yo tenía muy buenas tetas grandes y aun firmes; el vestido era largo hasta los tobillos pero en la pierna derecha había una apertura que me llegaba hasta la altura de mi ombligo, dejando toda mi pierna a la vista, por lo que pensé que no podría usar ropa interior y sobre todo que tendría al caminar que tener un especial cuidado para que no se viera nada, la tela del vestido aunque bonita era muy fina, como de raso, que se pegaba al cuerpo como un camisón.
– ¡¡Mira!! tenemos un problema – me dijo señalando al espejo que había detrás de mi, yo volví medio cuerpo para ver como me quedaba por detrás y comprendí a lo que se refería, al ser una tela tan fina las bragas se me notaban todas, – tendré que ponerme tanga, pero ella me dijo que me las quitara a ver como quedaba sin ellas, lo hice y cuando me levante escuché un – perfecto, maravilloso, sexy, si no fueras mi amiga te follaba aquí mismo – y nos pusimos a reír entre bromas de ese tipo, pero ella se acercó a mi oído y con un susurro me dijo – vete sin ellas, veras como será una noche perfecta – a la vez que metía la mano por la abertura de la pierna y pasó los dedos por mi sexo, al pillarme de sorpresa no me dio tiempo a retirarme, lo que si me di cuenta es que cuando saco la mano yo estaba con los pezones duros y el coño chorreando.
Mi amiga me dijo que le encantaba, no dejaba de convencerme que estaba muy sexy incluso impresionante, que no fuera tonta que iba a arrasar, pero recalcó que no tendría que usar ni sujetador ni panty porque se me verían y rompería toda la sensualidad que desprendía el vestido puesto en mi, yo me reí ante tal afirmación y me lo empecé a quitar, a pesar de mi edad cuando me vi de nuevo al espejo me di cuenta que me quedaba bien y me veía espectacular, – espera se me ocurre una idea – dijo mi amiga a la vez que pellizcaba un poco mis ya notorios pezones, cuando retiré un poco el pecho ya era tarde, los pezones habían crecido y estaban como erectos por lo sensibles que los tengo, – así están mucho mejor – y nos echamos a reír las dos, yo me puse roja de la vergüenza a pesar de la muchísima confianza y complicidad que siempre hemos tenido entre las dos, sobre todo ella que me ha contado siempre sus escapadas con todo tipo de detalles de las muchas infidelidades a su marido.
Nunca había tenido pensamientos con otra mujer y menos me había excitado con ninguna, pero lo cierto es que lo estaba ¿el vestido estaría embrujado o algo así?, no sabía que pensar y estaba confusa así que me quité el vestido, me vestí y me fui argumentando que era tarde y que tenía que hacer la comida, fui todo el camino pensando en la fiesta y al llegar a casa no pude aguantar la excitación que llevaba, me metí al baño y me metí los dedos, luego tomé un consolador de una pequeña gaveta que ahí guardo pues son muchas las veces que lo he usado a falta de que mi marido me toque, corriéndome como nunca había conseguido con mi esposo, quedé todo el día pensando en lo que allí sucedió y con ese sentimiento de culpa por haberme excitado y masturbado pensando en otra mujer.
Por fin llegó el día de la fiesta y le dije a mi marido que yo iba a vestirme a casa de mi amiga, el me dijo que saldría desde nuestra casa y que allí nos encontraríamos, cada uno entraría por separado y solo debía decir su nombre en la entrada, me pareció una buena idea, ¡por fin estábamos haciendo algo distinto a lo habitual!
Ya en casa de mi amiga comencé a vestirme para ir a la fiesta pero llevaba tanga debajo y lo dejé puesto, era demasiado el ir sin ella, por lo demás me veía esplendida, al vestido le añadí unas medias negras de liga y una peluca con el pelo largo y negro que cubría mi cabello corto y rubio y un maquillaje pálido pero con labios muy rojos, me sentía provocativa y algo morbosa.
Al salir de la habitación ya maquillada y con el antifaz en la mano mi amiga salió de la cocina y exclamó un – Wow estas de estupenda, pero aquí sobra algo – mi amiga se arrodilló delante de mi y metiendo las manos por debajo del vestido cogió la tanga por la cintura y me la bajó hasta los tobillos, yo no protesté, la idea de no llevar nada debajo me excitó así que solo levanté un poco un pie y a continuación el otro para ella quitármelo por completo.
Ella se levantó y me dijo al oído en un tono bajito y sensual – así estas mejor, ¡no voy a ser yo la única puta de la colonia!». A la vez que me decía esto había introducido la mano por la abertura del muslo como la otra vez y me iba recorriendo toda la raja con el dedo anular, esta vez yo no me retiré, solo cerré los ojos y suspiré un poco dejándola hacer, le dio tiempo a pasarlo no una, sino varias veces, incluso introdujo como medio dedo dentro sacándolo todo baboso de como me había puesto, de aquel trance desperté al escuchar un – ¡vamos que se te hace tarde!, al abrir los ojos vi como se llevaba el dedo a los labios y lo chupaba, – ¡¡por favor!! ¿qué me estaba pasando? – pensé saliendo de su casa y nos despedimos con un beso de amigas pero casi rozando la comisura de los labios – pásalo bien amiga, y no dudes de que si tienes la oportunidad tengas sexo con alguien y hasta quizás nos veamos en la fiesta, quien sabe – me quedé sorprendida por la frase, ella no tenía invitación pero me subí al taxi y le di la dirección para que se pusiera en camino.
El camino lo hice en el asiento de atrás del automóvil pensando en todo lo ocurrido, llevaba los pezones como el timbre de un castillo y el coño que parecía un charco, pero me gustaba la sensación, me excitaba, estaba como una perra en celo, me obsesioné tanto que hasta llegué a pensar si el vestido aquel estaría hechizado, yo nunca me había comportado así y ahora no solo no me importaba sino que me gustaba, no me reconocía.
Tan excitada estaba que allí sentada en el asiento de atrás metí mi mano derecha por la abertura del vestido y llegué a mi sexo, lo encontré caliente, excitado y chorreando líquidos, fui todo el camino dándome dedo, vi como el chofer del taxi me miraba por el retrovisor, luego bajo la visera derecha y ahí tenía pegado un espejo cóncavo con el cual me di cuenta me veía completa y no me importo, no podía soportar tanto placer, cerraba los ojos y sin poder remediarlo hasta metí mi otra mano por el escote de forma disimulada para pellizcar mis pezones de vez en cuando, hasta escuchar el inoportuno – ¡ya hemos llegado señora! –, saqué rápido mi mano y la llevé a los labios saboreando mis propios jugos, que por cierto me pareció lo más exquisito del mundo en aquel momento.
Me acerque a pagarle y me di cuenta de la enorme erección del chofer, le dije que guardara el cambio, era como darle una segunda propina. Me coloqué la máscara antes de bajar del coche y al echar un pie fuera el vestido quedó todo abierto en la pierna, los que pasaban por la calle tuvieron que ver mi coño en todo su esplendor, alguno hasta lo notaria abierto y brillante que es como lo llevaba, ahí me ruborice un poco y traté de taparme lo poco que podía, ya de camino hacia la puerta solo pensaba en que si daba pasos largos por el lateral se tenían que ver los pelos recortados de mi coño a poco que alguien se fijase, mis tetas al estar libres de ataduras y con el movimiento del caminar se bamboleaban de un lado a otro dándome en su conjunto un aire de guarra increíble, estoy segura que todos pensarían que ahí iba la puta de la fiesta, cosa que tampoco iban tan descaminados.
Ya dentro de la fiesta y en la barra con el vaso de licor en la mano vi que todo el mundo estaba esplendido, me alegré de haberme quitado la ropa interior, todas ellas estaban igual de sexy que yo, o más, y a ninguna se le notaba nada, allí no se podía reconocía a casi nadie porque todos llevaban mascaras o antifaz que nos tapaba desde media hasta la cara casi completa, solo alguno se lo quitaba en algún momento para beber, descansar de el y del calor que proporcionaba pero se lo volvían a poner, aquello junto con la sala que no disponía de mucha iluminación daba un aire de anonimato que me gustaba, en algunos lugares debo decir que estaba hasta oscuro del todo, en una situación normal no habría pensado en esas cosas pero con la excitación que llevaba al ver los lugares oscuros solo pensaba que bien se follaría allí y el morbo que me daría, pero pronto me decía a mi misma que esas cosas solo me sucedían a los 20 añitos, estaba tan excitada que pensé: – si no llega mi marido pronto me tendré que ir al baño a desahogarme con o sin compañía -, me ruboricé solo de analizar lo que yo estaba pensando, decidí esperar un poco pero al tardar dejé el vaso en una mesa en la zona oscura que era la más vacía de gente y me dispuse a bailar en la zona de la pista más cercana, ya era la segunda copa y empezaba a sentir los estragos del alcohol, no suelo beber así que no aguanto mucho y encima cuando lo hago me calienta mucho, en un momento alguien se acercó por detrás de mi y me dijo muy bajito casi imperceptible: – ¿me estas esperando? – se arrimó a mi metiendo una mano en las tetas y la derecha entre mis piernas, – por fin llegó mi marido – al menos eso es lo que pensé, aunque en el fondo me gustaría pensar que hubiese sido mi amiga la que me metía mano, pero por fin alguien me calmaría.
Al poner la mano en mi coño noto que no llevaba nada debajo y lo mojado que estaba – mmmm veo que la zorra ya está cachondita eh cerda – aquello me puso los pelos como escarpias aun que esas cosas no eran mucho de mi esposo, pensé – ¿estaría ya bebido? – , el me iba empujando hacia la zona oscura y yo me dejaba hacer, ya no me importaba nada, notaba detrás de mi lo duro que estaba frotándose contra mi culo, eché la mano hacia atrás y la metí entre los dos agarrando ese trozo de carne que necesitaba para aliviar mi calentura, estaba claro que aquel vestido tenía un hechizo, era imposible que yo reaccionase así, me tenía por más santa que todo eso, pero era ponerme ese vestido y volverme más guarra y hasta bastante puta.
Le bajé la cremallera y metí mi mano dentro del pantalón y del slip sacando fuera esa verga tremenda y pegándome mucho a el para que nadie notase que estaba ocurriendo allí, estaba a reventar, más dura de lo habitual, caliente y con la punta mojada, ya estábamos detrás de uno de los grandes sofás y me empujó hacia el quedando mi cintura apoyada en el respaldo, el cuerpo hacia la zona donde se apoya la espalda y mi parte de abajo por detrás del sillón, sentí como me levantaba el vestido quedando con todo al aire, pensé que mi marido estaba irreconocible, sería el hambre que llevábamos pasando hace tiempo lo que le hacía estar así o quizás alguna copa de más que ya llevaría en el cuerpo al igual que yo, pero aquella forma ruda de tratarme me ponía cada vez más perra, si es que eso se podía sentir ya a esas alturas.
Empezó a pasar la punta de la verga por toda mi raja para jugar con ella y ponerla más y más mojada, jugando con la punta en mi clítoris y rozándolo con ella, eso es algo que siempre me ha puesto muy caliente, para facilitarle el trabajo subí una de las piernas al respaldo quedando abierta totalmente para el, empezó a empujar y notaba como me iba abriendo esa barra de carne caliente, creía desmayarme de placer, ¡¡que placer por favor!!, a partir de ahí empecé a notar empujón tras empujón, la sacaba y la volvía a meter entera hasta la matriz, a veces lo hacía despacio para que notase como iba abriéndome poco a poco y a la vez me iba metiendo un dedo en el culo, eso me daba un placer difícil de describir pero que muchas mujeres reconocerán al leerme. Aquello me estaba extrañando mucho, nunca me había llegado hasta tan adentro, tampoco me había sentido nunca tan llena, sinceramente ni a sus 20 años me había follado así mi marido y menos con un dedo en mi culo, por mi cabeza paso la idea que el que estaba destrozando mi coño con tanto placer no era mi marido, pero preferí quitarme eso de la cabeza no vaya a ser que estuviese en lo cierto y aquel macho tuviese que dejar de follarme.
No tardé mucho en notar un buen chorro de leche caliente dentro de mi que provoco mi orgasmo, la leche empezaba a chorrear por mis piernas junto con los líquidos de mi corrida que salían por los lados de mi vagina, pensé que todo había terminado pero aquello no se bajaba, parecía que le crecía más y más, ahí me di cuenta y comprobé mentalmente quedándome muy claro que el que estaba detrás de mi no era mi marido, extrañamente me sentí aún mucho más excitada y me dije: – Que diablos, que siga cogiéndome este desconocido, lo necesito y mi marido ya tiene semanas que no me toca -, ese desconocido seguía follándome como si allí no hubiese pasado nada cuando noté un chorro de un líquido algo frio que cayó en mi culo, acto seguido metió dos dedos dentro de el que entraron con bastante facilidad, comprendí que era algún tipo de lubricante, los ojos se me abrieron, nadie me había dado nunca por el culo, solo en alguna masturbación yo sola me había metido algún dedo por curiosidad y replicando algún video porno que había llegado a mis manos, pero aquel tipo se disponía a ello, hice algo de fuerza para quitármelo de encima pero no pude y con tanto placer que me estaba dando tampoco era plan de insistir demasiado, así que lo mejor que podía hacer era facilitarle la operación echando mis manos hacia atrás y cogiéndome de mis nalgas las abrir todo lo que pude.
El comprendió y se dispuso a actuar sacando la polla chorreante de mi coño el cual notó un vació tremendo, haciendo -Pop – como si hubiese sacado una botella de el, apuntó a mi culo y fue empujando poco a poco, yo creía desfallecer de dolor pero no quería gritar en la sala después de lo puta que estaba siendo.
Reconozco que lo hacía con cuidado, primero la punta, luego la sacaba e intentaba de nuevo meterla, así una y otra vez, hasta que logró meter el capullo, lo dejaba descansando un poco allí para que mi culo se adaptase y mientras me iba dedeando con una de las manos, cosa que me cambiaba el dolor del culo por el placer del coño, hasta que al final ya tenía metida la mitad y de un empujón la clavó toda hasta la base, no pude reprimirme y di un alarido que en una situación normal se habría escuchado en toda la sala pero debido a la fuerte música no lo escuchó nadie, solo vi a lo lejos una mujer que nos estaba mirando con las piernas abiertas y una mano debajo de su minivestido tocándose, pero a esas alturas ya no podía ni quería pensar en que nos estaban observando, el dolor fue cambiando a placer y entre la verga taponeando mi culo y su mano trabajando mi coño enlazaba un orgasmo con otro, ya tenía un charco en el suelo de las corridas que llevaba.
Le notaba en mi oreja suspirando gimiendo y empezó a llamarme – puta, zorra, perra, guarra –, todo lo que se le venía a la cabeza, cuanto más me insultaba yo más me encendía, sacando lo puta que llevaba dentro y que tanto tiempo llevaba oculta.
– vamos cabrón, sigue partiéndome el ojete –
– siempre te ha gustado que te den por el culo eh perra –
Ahora que había hablado más alto esa voz me era muy conocida y no era la de mi marido precisamente, pensé en que como lo confundí con mi esposo ese extraño no tenía un condón puesto pero claro tampoco estaba yo para pensar mucho y decidí que aquello tenía que seguir, deseaba mi premio que no era otra cosa que su leche dentro de mi culo, quería conocer lo que se sentía con un buen chorro dentro de el.
Cada vez notaba más presión en mi culo, como si su polla fuese a reventar por momentos, estaba a punto de vaciarse dentro de mi culo, sensación que nunca había experimentado y que estaba deseando hacerlo, yo por mi parte también estaba a punto del orgasmo, ya había perdido la cuenta de los que llevaba pero mi cuerpo no quería parar, de pronto empiezo a sentir un líquido caliente que entra por mi culo, supuse que se estaba corriendo aunque de la cantidad que recibía dentro de mi más bien parecía que se estaba meando, por favor que sensación más placentera, la misma que me llevo al orgasmo mientras ese macho que tenía detrás me inyectaba todo su semen, tenía la sensación que me iba a cagar viva, apretaba el culo casi estrangulándole la polla, terminamos rendidos los dos, yo desfallecida apoyada en ese respaldo del sofá y el con todo su peso encima de mi cuerpo, el respiraba fatigosamente en mi oído.
– Dios María que pedazo de culo tienes puta –
– ¿María? ¿María? -, me estaba confundiendo con otra, yo me llamo Anabel, María casualmente es mi amiga, me di la vuelta le quité el antifaz rápidamente a la vez que me quitaba el mío, nos quedamos los dos mirándonos fijamente, al ver lo ocurrido fui resbalando por la parte de atrás del sillón con las manos en la cara no dando crédito a lo ocurrido hasta quedar sentada en el suelo, el hizo lo mismo quedando a mi lado.
– ¿Hijo que hemos hecho? –
– Lo se mamá, lo sé, perdóname no sabía que eras tu –
– ¿Por qué lo has hecho hijo? –
– En serio que no sabía que eras tu, María me dijo que iba a venir con un vestido igual que este, me lo describió a la perfección y al notar que no te oponías y que te gustaba estaba totalmente seguro que eras ella, no se me pasó por la cabeza pensar lo contrario, otras veces habíamos jugado a cosas como esta en otros lugares públicos –
– ¿María mi amiga? –
– Si Mamá si, hemos follado alguna que otra vez –
Me pasó un brazo por encima de mis hombros atrayéndome hacia el y dándome un beso tierno en mi cabeza, aquello me gustó, yo pasé mi brazo derecho entre el sillón y su cuerpo agarrándome de su cintura.
– Hijo esto no lo tiene que saber nadie –
– Por supuesto mami, quedará entre nosotros –
– Hemos hecho incesto hijo, ¿no lo entiendes? –
– Mamá piensa que solo han follado un hombre y una mujer que se atrajeron, ¡¡nada más!! –
– ¿Por Dios hijo como puedes pensar eso así tan a la ligera? –
– ¿No te gustó acaso?, ¡¡se sincera!! –
– Si hijo, me encantó, nunca había sentido algo igual aunque no me guste reconocerlo –
– Dime sinceramente, ¿te arrepientes de lo que has sentido y disfrutado? –
– No, eso no pero…ufff –
– Pues deja de pensarlo porque a mi también me ha encantado, ha sido la mejor cogida de mi vida –
– Estoy segura que María nos ha tendido una trampa –
– Yo también lo estoy, y creo que se por qué –
– ¿dime porque hijo? –
Yo le escuchaba atentamente como me comentaba que en un juego en el que se hacían preguntas y el otro tenía que responder la verdad ella le pregunto con que mujer le daría muchísimo morbo follar, el contestó que conmigo, aquello me dejo totalmente descolocada, era un sentimiento entre sorpresa, confusión por lo que había pasado y deseo de repetirlo, debería sentirme mal y estar furiosa pero lo cierto es que entre el placer que llevaba en el cuerpo, el alcohol que seguía haciendo su efecto y lo desinhibida que me encontraba no tenía esos sentimientos, quizás todo lo contrario, no había ningún tipo de arrepentimiento en mi cabeza, – ¿me estaría volviendo loca? -.
Se levantó y me dio la mano para que yo también me pusiese de pie, al levantarme estaba a escasos centímetros de el, con las miradas fijas el uno en el otro, el me dio un beso suave en mis labios que yo respondí gustosamente para decirle rozando labios con labios.
– Déjame ir al baño porque no respondo de mis actos –
– De acuerdo porque yo tampoco respondo de los míos –
Marché hacia el baño volviendo la cabeza y lanzando un beso al aire con una sonrisa en mis labios, que el devolvió de forma reciproca.
Llevaba apretando mi culo desde que mi hijo me había sacado la verga de el para que no se saliera nada y mis músculos ya estaban flojeando, era complicado con la cantidad de leche que estaba revoloteando por mis tripas, daba la sensación de tener litros dentro aunque yo sabía que eso era imposible, aquello era algo tan caliente y bizarro y que nunca había hecho que me encantaría estar con la leche de mi hijo toda la noche dentro de mi culo, quizás otro día lo intentase pero hoy tenía urgencia en soltar esa leche caliente que estaba empeñada en salir de mi culo, al llegar al baño de mujeres me dirigí al último reservado, empujé la puerta y me dispuse a entrar cuando noté un empujón que me hacía entrar de forma brusca, casi violenta, recé para que fuera mi hijo que deseaba otro asalto y siguiera inyectándome más leche dentro.
Con la fuerza que entré, no me quedó más remedio que poner las manos en el tanque el WC para no darme un golpe contra la pared, no había pasado ni un segundo y cuando miré hacia atrás vi una mujer metida debajo de mi falda, empecé a notar como pasaba la lengua por mi culo lamiendo todos los restos de la corrida de mi hijo, que gusto me estaba dando aquella mujer, nunca me habían hecho algo como eso y después de la nochecita que llevaba ya no importaba un poco más de placer, para facilitarle el trabajo subí mi pierna derecha encima de la taza y si esa mujer quería jugos los iba a tener, aflojé mi esfínter en parte por el placer que me estaba dando aquella lame coños que tenía debajo de mi falda y dejé salir la corrida que llevaba aguantando desde que me había follado mi hijo.
Pasó a ocuparse de mi coño e hizo lo mismo con el que lo que había hecho con mi culo, limpió hasta la última gota que salía de mi raja y mi culo que seguía segregando semen resbalando hasta mi raja, allí confluían todo tipo de jugos que ella se encargaba de tragar, que caliente era esa mujer, estuvo así hasta que con un temblor de mi cuerpo notó que otro orgasmo se apoderaba de mi.
Salió de debajo de mi vestido y otra sorpresa más en mi vida, salió la cara de mi amiga María toda brillante y mojada.
– ¡¡compréndelo!!, lo que llevabas dentro era de mi macho y lo necesitaba –
– Pero que puta eres –
– Ya no soy la única zorra aquí –
Ella seguía con los dedos en mi raja dándome placer, subió su pierna también encima de la taza quedándonos frente a frente, ella llevaba un disfraz el cual tenía una falda extremadamente corta que en esa postura quedaba a la vista un coño más peludo que el mío y abierto, me cogió una mano y la llevo a el, comprendí lo que deseaba y empecé a tocarlo, estaba baboso, también soltaba líquidos que mojaban mis manos, la excitación era máxima, sobre todo cuando sacando los dedos de mi interior vi como se los llevaba a la boca y los lamia, saboreándolos y deleitándose con ellos, tal excitación me provocó aquello que hice lo propio.
– Eres una zorra, te estas follando a mi hijo. –
– ¡¡Sííí!!, ahora ya sabes lo que tienes en casa, aprovéchalo. –
El sabor era algo salado, muy parecido al mío, no era desagradable para nada, incluso me gustaba y me excitaba más, bajamos de nuevo las manos para seguir masturbándonos mutuamente, nuestras bocas estaban abiertas y cada vez más cerca, notaba su aliento caliente en la mía, ella sacó su lengua llena de saliva y la pasó por mis labios, mi lengua también salió a recibirla, no sin antes hacer saliva y sacarla bien llena de ella, María se encargó de chuparla y aspirarla hasta dejarla sin una gota para posteriormente fundirnos en un beso húmedo, la saliva llenaba nuestras caras me pasaba la lengua por toda ella y yo fruto de mi descontrol también la imitaba.
No me reconocía haciendo todo ese tipo de puterías, incluso cuando escupió dentro de mi boca lo que saco de lamerme el coño, lo recibí con agrado y le pedí que lo volviese hacer, las dos nos corrimos como locas por nuestros muslos y sin ningún tipo de orden solo por inercia me puse de rodillas y por primera vez me comí un coño de manera espectacular, con avaricia, con hambre, de forma golosa y con deseo, hasta que al final caímos rendidas.
Nos dimos un beso y decidimos salir a adecentarnos un poco, para ello esperamos a que el baño estuviese vacío y nadie sospechase de lo que allí había pasado.
Cuando salimos ya estaba mi marido por allí al cual le di un faje bien dado y luego unos besos de lengua para que saboreara mi boca después de haber comido un coño y una polla la misma noche, – ¿se puede ser más retorcida?, -pasamos el resto de la noche todos juntos bailando y divirtiéndonos como si allí no hubiese pasado nada a excepción de alguna mirada furtiva entre nosotros, pero dentro de mi algo había cambiado, algo no iba como en mi anterior vida, – ¡¡Sííí!! –, digo – mi anterior vida -, porque me daba la impresión que a partir de ese momento habría un antes y un después.
Yo sabía que después de esto muy pronto tendríamos un trío María, mi hijo y yo.
Espero que les guste y disfruten de mi relato como pretendo que así sea, un beso a todos y hasta la próxima.
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