SEX4LOVER Alice & Joe Lomas de virreyes, CDMX; México
(Este relato se escribió en español como su idioma original)
Calentura dentro de la estética de belleza
Así fue mi primera vez en que puedo decir que tuve una experiencia bisexual, aunque ya como swinger lo había hecho pero muy pasivamente ya que realmente yo soy 99 de hombres y no tanto de mujeres pero esta fue la primera vez que estuve con una mujer. Esa noche para haber estado sola ya que Joe mi esposo estaba fuera de México por trabajo había dormido toda la noche casi completa, pocas veces duermo sin sobresaltarme cuando el no está. Salí a la calle sintiéndome a gusto conmigo misma, se me notaba en el rostro por las miradas que me dedicaban los demás transeúntes. Mi ropa no podía ser más provocativa, minifalda corta rosa pálido y plisada, blusa apretada y desabotonada de arriba así mis tetas sobresalen con un brasier de media copa y tanga de hilo dental. Mis hijos en el colegio y ya estaba todo listo para cuando regresaran así que tenía tiempo para pasear e ir de tiendas. Ya en el centro comercial visité en un par de tiendas y paseé durante un buen rato. Compré un putivestido para cuando regresara mi marido y de regreso me dije, voy a hacerme manicura así que me desvié y llegué al lugar. Abrieron a unas calles un lugar de franquicia de esteticas así que mi lugar favorito le bajo mucho la clientela. Me da pena por Sofia, la dueña y además atiende en persona a las clientas, una mujer de 45 años, casada con un hombre que, como me cuenta ella cada vez que voy, tiene un trabajo en el que gana muy poco. Hace ya unos años que empecé a peinarme allí una mujer muy simpática y me cayó bien desde que la vi la primera vez. Sofia es morena y alta, para su edad, se conserva muy bien está siempre a dieta y hace deporte. Lo que más me gusta de Sofia es su simpatía, a las clientas siempre nos saca risas con su buen humor. Es guapa y me mira con agrado, incluso se ruboriza cuando me habla porque en ocasiones me ha dicho que soy bonita y siempre ando muy sexy vestida. He imaginado que me desea, aunque pienso que ese deseo es tabú para ella. Cuando entré en la estética a las 11 de la mañana no había ninguna clienta, solo estaba Sofia leyendo una revista… —Cuánto tiempo Alice, pensé que te habías pasado a la competencia. —Yo no, Sofia yo soy fiel a tus manos. —Gracias preciosa, ¿qué te quieres hacer hoy? —Empieza por lavarme el cabello y ya vamos viendo. Al levantarme esa mañana me había dado un baño y me había lavado el cabello, pero algo dentro de mi pícaramente me dijo que se lo pidiera pues ya tenía muchos días sin sentir unas manos encima de mi y las manos de ella son suaves y finas. Mientras me lavaba el cabello volvió a contarme lo poco que ganaba su marido y en esta ocasión también me dijo que la tenía últimamente muy abandonada, también del daño que le estaba haciendo a su estética la que habían abierto al lado… Mientras repetía, sus ya sabidas penas, casi me quedo dormida sintiendo sus dedos deslizarse por entre mi cabellera rubia, para acabar frotando mi cuero cabelludo. Me secó la cabeza y me preguntó: —Bueno qué quieres que te haga. —Córtame las puntas y ponme ese acondicionador para el pelo tan bueno que tienes. Mientras me cortaba el pelo vi frente a mi en el espejo como me miraba y me causo una sensación agradable y se me ocurrió regresarle el cumplido que sus ojos me decían así que le dije lo atractiva que me parecía ella, que su marido estaría contento. Me contó que su marido está melancólico al no estar contento con su trabajo y, su tristeza, le impedía tener suficientes ganas para… —¡Vamos Alice!, como se dice entre amigas, ¡que estoy mal servida, no me folla como yo quisiera!, jajaja —Cómo eres, Sofia, siempre bromeando con todo. Cuando terminó de cortarme las puntas me aplicó el acondicionador y me peinó con el secador. Pensaba yo en las pocas ganas de su marido, estando segura mientras ella me hablaba, que si tiene poca gana su marido sería un bajón y no cuánto ganaba. Así que me dije, voy a hacer travesuras, haber que pasa, yo también tenia mas de 10 días de no follar por la ausencia de mi marido. —Algo más guapa. —Me puedes depilar también la ingle. Se quedó parada casi un minuto, roja, roja como un tomate, pero con ojos de loba deseosa. —Ya habrás visto que estoy sola yo solo corto el cabello y a veces la manicura solo a veces depilo el bigotito y las cejas a las que me lo piden, mi empleada es la que lo hace pero hoy no llegó. Yo ya lo sabia y por eso mismo se lo dije con toda esa intención. —Pero, ¿puedes hacer una excepción conmigo? —La verdad es que me da un poco de vergüenza, pero, como no hay nadie más en la estética, pondré el letrero de vuelvo en cinco minutos y pasamos a la parte de atrás y te lo hago quiero decir que te lo arreglo preciosa porque aquí en la silla, de cara al escaparate, como que no jajaja. La estética, en el frontal tiene un escaparate que da a la calle y al fondo de la misma una puerta que da un espacio pequeño donde hacen las depilaciones y más atrás una pequeña oficina con un sillón amplio que siempre pensé era sofá cama. La sentí muy nerviosa y pensativa, pero se atrevió a decirme: —Alice, la camilla de depilar está rota y no me la han arreglado, si no te parece mal, pongo una toalla el sillón y lo convierto en cama, te recuestas y lo hacemos ahí, vamos que te lo arreglo ahí. Sofia estaba muy nerviosa y yo me sentí sorpresivamente muy caliente, me tembló el pulso y por mi mente no deje de desear que quería enseñarle mi cosita y que me la tocara todita y más que se atreviera a chupármelo, pero obviamente no se lo pedí, bueno no en ese momento. Ella abrió el sofá cama y colocó una toalla sobre la cama y me dijo: —Alice, preciosa, tendrás que quitarte la falda y las braguitas porque no quiero ensuciarlas con la cera. Voy por las cosas, ponte cómoda guapa. Sofia salió de la habitación con expresión de entusiasmo disimulado. Al salir ella yo me quité la falta y las bragas y las dejé bien extendidas sobre una esquina de la cama. Luego me quité la blusa a propósito solo me dejé el brasier para que resaltaran mucho mis tetas enormes y seguramente mis pezones que ya estaban bien duros y como ustedes saben son de un tamaño exagerado y bien parados, no hay quien se resista a voltear a mirarlos, ya le diría yo, que me quité la blusa para que tampoco se me ensuciara. Me tumbé sobre la toalla, que estaba extendida a los pies de la cama y separé mucho las piernas con las rodillas algo flexionadas. Tenía ese toque sexy de posar para Sofia con las piernas abiertas y mis pezones bien erectos muy marcados en el brasier. Al volver Sofia con la cera y otras cosas en las manos y verme deesa forma abrió la boca con expresión de sorpresa sincera. Mi sexo: una raja casi siempre depilada al 100 pero en esa ocasión, poco vello en los labios mayores solo pelusa rubia, que nunca llega a crecer. En el pubis una línea de pelitos mas oscuros, flanqueada por el vello que empezaba a crecer de nuevo. Hacia un par de semanas desde que me lo afeité por última vez. En el centro de mi sexo mis labios menores, expuestos, simétricos y de un tono tan rosado como las flores. Generalmente no me suelen arreglar el pubis, al principio fui al depilado permanente pero como mi vello es demasiado claro, el laser no agarra, pero al ver la estética vacía mi mente maquinó que me lo tocara Sofia y estaba a punto de conseguirlo. Me temblaban los muslos un poco por la excitación. Sofia se remangó la blusa celeste, primero con un aplicador me roció un poco de agua, diciéndome que para lavar el pubis. Sin darse cuenta, entusiasmada, se chupaba los labios continuamente mientras me pasaba una brochita con jabón. Un hilo de agua se deslizó flanqueando mi vagina por la derecha y aterrizando en mi ano, me gustó, le dije: —Que calentita está Sofia. Sofia no contestó, ella seguía dándome agua con ganas. Después me secó despacito dedicándome el tiempo que ella necesitaba para seguir mirándome y excitándose, es algo que veía en sus ojos, cogió una brocha pequeña y con ella me aplicó talco en el pubis, paseó la brocha por una talquerita y seguía pasándomela con cariño sin dejar de mirar y babear. Yo sentía que me dio talco de más pero eso no impidió que le dijera: —Sofia, dame también más abajito, que quiero que me lo dejes todo completamente depilado. —Pero si ahí solo tienes pelusilla rubia, y te queda tan bien bueno como quieras. Paseó la brocha a ambos lados de mi sexo, dándome con energía y moviendo a su antojo los labios mayores de mi coño dándose gusto y claro a mi también. Soltó la brocha porque me dijo estas babeante y eso afectará a la cera y cogió la espátula desechable, le pregunté: —¿Ya vas a poner la cera? —Si, porque veo que te estas humedeciendo y si no lo hago rápido ya no podré hacerlo y tendré que secarte y empezar de nuevo, jajaja —Jajajaja, no me hubiera importado, si solo fuera por eso que volvieras a lavarme y ponerme el talco con la suavidad que lo hiciste. Posó su mano, muy caliente, sobre mi pubis, plana apuntando sus dedos al centro de mi rajita y apretándola contra la línea de pelitos del centro. Me dio pasadas firmes con la espátula desde el centro hacia los lados, primero a un lado y luego al otro. Sofia seguía chupándose los labios, ¡qué digo chupar!, se los mordía y su lengua salía y entraba de su boca a la vez que me depilaba… —Alice, es la primera vez que le arreglo el pubis a otra mujer. —Me alegra ser tu primera vez. Mientras seguía depilando mi monte de venus, la muñeca de su mano permanecía aplastada sobre mi raja, la cual estaba cada vez más húmeda. Después del pubis siguió con mis labios mayores y, para hacerlo bien, no tenía más remedio que cogerme el coño con los dedos para estirarlo a un lado y al otro… ufff que gusto me dio como me embarraba la cera. Cuando acabó dejo que secara unos momentos mientras ella sentada me decía que tenía una vagina bastante bonita y que mis pezones se veían enormes y parecían reventar el brasier y fue ahí que me preguntó porque me quite la blusa, claro está que solo quería platicar y hacer un poco más de tiempo, luego palpo y me dijo ya está seca puso sus dedos recorriéndome todo el pubis, se dio gusto tocándome la vagina después me preguntó si estaba lista y jalo la cera, di un pequeño gemido y luego me limpió con una esponja, y me dijo que me pondría más talco pero esta vez lo puso en sus manos y me paso los dedos suavemente. De la frente de Sofia caían gotas de sudor y sus ojos estaban tan abiertos como los de una gata asustada. Le pregunté con dulzura: —Sofia, ¿te gusta mi chochito? —Mucho Alice, es precioso tan clarito y con esos pliegues rosaditos, dan ganas de comérselo. —¿Tú te has comido alguna vez un chocho?, Sofia. —Nunca, Alice, yo estoy casada y me gustan los hombres, no es que me de asco, creo, pero supongo que no es lo mío. —A mí también me gustan los hombres, ¿te gustaría comérmelo un poquito Sofia?, no se lo diré a nadie, yo estoy deseándolo. —No sé Alice, estoy confundida. —No se enterará nadie, solo un beso en el centro. —Pero te daré solo un beso ¿vale? —Vale Sofia, dámelo ya, que estoy hirviendo por ti. —Cómo eres Alice, ¡Qué vergüenza!, cómo me has convencido bribona. Allí estaba yo, a punto de recibir un beso en mi coño, de una mujer cuarentona y casada y, además, ¡mi peluquera de muchos años atrás! Todo estaba en silencio, alcé mi cuello para verla bajar su cabeza hasta mi pubis. Sofia, desde los pies de la cama, acercó su cabeza a mi sexo y me estampó un pequeño beso en el centro de la raja. Cerró los ojos y comenzó a darme lametones en mi coñito, de abajo a arriba metiéndome toda la lengua en la vagina, ¡me quería morir de gusto!, como restregaba su cabellera castaña contra mis muslos. Se separó, me miró a los ojos y comenzó a pasar la punta de su lengua por todo mi sexo, mirándome a los ojos y al coño alternativamente con cara de felicidad… lo intenté, pero no pude más. Me vine, con una contracción salvaje, tan intensa que, ¡mi flujo salió como un chorro!, tan intenso que se estampó en la cara de Sofia. Ella apretó los labios y se limpió el ojo derecho me susurró: —A sido sin querer, no me conformé con un beso Alice y te he provocado esto. ¡La pobre!, que inocente, yo la manipulé hasta ello y acepto que las mujeres no son lo mío, lo hago cuando se da la ocasión en algún intercambio pero en esa ocasión estaba yo tan necesitada que no me importaba que estuviéramos solas. —Sofia, no me digas que fue sin querer, ¡dime que fue queriendo!, lo haz hecho tan bien que me gustaría que siguieras, pero también aquí puedes sorber Me desabroche el brasier, ella se dio gusto y chupo mis pezones. Sofia fue bajando de nuevo por mi vientre mi ombligo y regreso a mi entrepierna y se dio tanto gusto haciéndolo que no podía yo más y me hizo gritar sacándome un muy prolongado orgasmo. Como dije antes generalmente había sido muy pasiva y nunca había lamido un chocho, me dejaba tocar y si ellas quería me lo chupaban por su propio gusto pero nada más. Pero algo me paso en la mente y le dije con mucho deseo: —Sofia. Ahora me toca a mí. —¿Cómo? —¡Pues comiéndote yo a ti el coño!, Sofia. —Te apetece, Alice mi cuerpo no es tan bonito como el tuyo, aunque estoy deseando tener un orgasmo junto a ti. —Pues que sepas que no me gustan mucho las mujeres para hacérselo yo pero me has dado tanto placer que deseo hacerlo con el mismo cariño que tu lo hiciste conmigo. Bájate las bragas y túmbate tú ahora en la cama. Pero no solo se bajó las bragas, se quitó toda la ropa y el sujetador también. Con la misma esponja con la que me había lavado se lavó también su sexo. Yo ya estaba desnuda igual que ella. Sus pechos grandes y sus pezones gordos y oscuros contrastaban con mis pechos también grandes pero de piel mucho más clara. Habló ella: —Alice, habrá gente en la puerta esperando, puse cinco minutos. —Pues mañana les dices que se complicó la cosa, ¡no! —Pues sí, ¡qué diablos! Se tendió en la cama y le chupé los pezones como si fueran bombones le mordí un pezón y después metí mi cara entre sus muslos morenos. Bajé hasta su sexo, menos grueso que el mío, pero más alargado, sin depilado total, pero bastante bien recortado, piel recia en sus labios externos y algo oscura en el interior, como una perla negra. De medio lado le mordí el labio exterior entero, me llené de ella, necesitaba hacerla gemir. Succioné sus labios como si me los tragara, dio gritos de placer y se corrió, solo sentí más calor en mi boca. Nos quedamos unos minutos juntas en la cama, yo posé mi cabeza en su pecho izquierdo y ella me preguntó: —¿Me dejaras hacértelo otra vez? —Si tú quieres, yo soy materia dispuesta. Se levantó, saco del cajón un vibrador y me dijo que lo usaba ocasionalmente porque su marido ya no le daba placer, quise creerle, pero no dudé que ya lo había usado con otras clientas a las que seguramente ya les dio el mismo tratamiento de depilado que a mi y me dijo: —Si te lo hare tan rico como nunca nadie te lo ha hecho y no nada más te lo chuparé, esta vez te lo haré completo, le puso un condón al consolador y ….. La deje que se diera gusto en todo lo que ella quiso hacer conmigo. Fue una mañana maravillosa, regresé a casa sintiéndome bien por lo mucho que me había gustado, me gustó despertar ese lado oscuro que fue por decisión mía, no de las mujeres swinger que ocasionalmente se me han echado encima pero el deseo manda en mí. Confieso que mi facilidad para seducir me está haciendo vivir un mar de placeres y experiencias besos a todos ustedes y espero que les haya gustado este relato.
Alice, sex4lover
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