La madre de uno de mis alumnos me empieza a descubrir un mundo maravilloso de sexo salvaje
Durante mi último curso universitario me surgió la posibilidad de ser monitor de ajedrez en las actividades extraescolares que se organizaban en un colegio privado cercano a mi domicilio. Uno de los profesores del centro, amigo de la familia, me llamó para ofrecérmelo ya que al chico que tenían contratado para tal labor le había surgido otro trabajo mejor remunerado y había renunciado a mitad del curso. No es que pagaran mucho, la verdad, pero sólo me quitaba una hora dos tardes a la semana y me abría una puerta a obtener algún ingreso si, una vez terminada la carrera, no encontraba algo mejor. Así que no me lo pensé mucho y acepté la propuesta. En esos momentos yo formaba parte del club de ajedrez de la universidad, pero, sinceramente, jamás había enseñado a nadie a jugar. Se lo expuse al director del centro cuando me citó para que firmara el contrato, pero me tranquilizó indicándome que la idea era que los niños se familiarizaran con el juego, que supieran mover las piezas, enseñarles alguna apertura, alguna jugada y sobre todo que ejercitaran un poco la mente para ayudarles en otras asignaturas como matemáticas. Me mostró el aula donde iba a desarrollar mi trabajo, me presentó al coordinador de actividades extraescolares y quedé citado para el martes siguiente a las cinco de la tarde para empezar.
El primer día, siendo demasiado previsor, llegué al colegio un buen rato antes de empezar y aún estaba cerrada la cancela por la que se accedía a su interior. Vi que a pocos metros había abierta una cafetería y me dirigí a ella para tomar un café mientras hacía tiempo. Al entrar vi a varias madres con sus hijos merendando y supuse que los nenes serían los alumnos de las extraescolares. Pedí un café solo y me senté en la única mesita libre que quedaba, al fondo del local. Me entretuve en observar a los críos, pensando que alguno de ellos podría ser alumno mío, pero sobre todo a las madres. Tengo que reconocer que, con apenas veintitrés años, más de una vez pensaba en follar con una madurita y delante de mí había, sinceramente, muy buen material. Discretamente hice un recorrido visual por todo el local y me fijé, especialmente, en una mesa compartida por dos mamás con sus respectivos hijos. Una de ellas, alta, bastante delgada, pelo corto y nariz algo aguileña, con un par de tetas enormes que desentonaban en la delgadez del resto de su cuerpo. La otra, protagonista de esta historia, bastante más bajita, pelirroja de melena rizada y cara pecosa de niña buena, con unas tetas pequeñitas, pero bastante subidas, casi a la altura del cuello. Terminé rápidamente el café y me dirigí al colegio para estar preparado cuando llegaran mis alumnos, dos de los cuales eran, precisamente, los hijos de las mamás que había repasado a conciencia en la cafetería. Tras presentarme a los críos, el coordinador de extraescolares me pasó una lista con sus nombres y unas fichas con información sobre sus padres, nombres, teléfonos, direcciones, etc. por si surgía algún problema y había que llamarlos para que recogieran a los nenes. Así, supe que las mamás se llamaban Nuria y Carla, ambas de cuarenta y un años, y residentes en la zona. Estuve un rato preguntando a los críos para ver qué nivel tenían, bromeé con ellos, les hice alguna jugada para asombrarlos un poco y la primera clase se pasó volando.
El jueves, día de la siguiente clase, volví a pasarme por la cafetería un rato antes de empezar y, justo al entrar, uno de los críos me reconoció y me saludó con un grito que hizo que su madre, Carla, se levantara de la mesa para disculparse. Le tendí la mano para presentarme, pero ella se acercó y me soltó dos besos diciendo que todavía éramos muy jóvenes para tanto formalismo. Algo abrumado, me invitó a sentarme con ella y, en menos de cinco minutos, me puso al día con los nenes. Me contó que su hijo y su amiguito se conocían desde la guardería, que les habían sugerido el ajedrez como juego para ayudarlos a razonar en otras asignaturas, que su hijo le había contado que la anterior clase le había gustado mucho……todo esto mirándome fijamente a los ojos y rozando sin disimulo su rodilla sobre la mía. Salí de la cafetería en dirección al cole con la cabeza como un bombo y dándole vueltas a si eran imaginaciones mías o la tía había estado medio flirteando conmigo. Con el paso de las semanas, cada vez estaba más convencido de que algo podía pasar entre nosotros porque siempre que coincidíamos, en la cafetería o al salir del cole, había algún comentario, alguna mirada o algún gesto que hacía volar mi imaginación y que me hacían empalmar a tope hasta que se desencadenó todo. Un jueves, al salir me la encontré, cargada de bolsas, mientras esperaba a su hijo.
– Vaya, parece que has vaciado el supermercado, le dije señalando con la mirada las bolsas en el suelo.
– Sí, jajaja, eso parece. Aprovecho esta hora para poder hacer la compra tranquila sin que éste, señalando a su hijo, me pida nada.
Viendo que le costaba trabajo cargar con todo me ofrecí a ayudarla para ver si surgía algo más. Aceptó de inmediato, ofreciéndome su mejor sonrisa y pidiéndome que vigilara las bolsas un momento mientras ella llevaba al niño hasta el coche del padre de su amigo.
– Perdona por hacerte esperar, pero es que hoy duerme en casa de su amiguito. Llevan planeándolo semanas y cualquiera le dice ahora que no, jajaja.
Cogí varias bolsas y nos dirigimos a su domicilio manteniendo una conversación intrascendente, aunque, sin venir a cuento, me soltó que su marido estaría fuera todo el fin de semana. Vivía bastante cerca y en menos de cinco minutos estábamos frente a su portal, ella rebuscando en su bolso para abrir la puerta. Con el ascensor averiado tuvimos que subir tres pisos, conmigo detrás de ella cargado de bolsas, pero con la vista impresionante de su culo envuelto en un vaquero bastante ceñido.
– Bueno, te dejo esto aquí y me marcho, le dije colocando las bolsas en la puerta del piso y disimulando la erección que tenía con la carpeta que llevaba.
– De eso ni hablar, me dijo abriendo la puerta rápidamente. Déjame agradecerte el esfuerzo, ¿de acuerdo?
Sin darme tiempo a rechazar la propuesta cogió las bolsas, las metió dentro del piso y cerró de un portazo, abalanzándose sobre mí y besándome con lujuria. No me lo esperaba y me di un pequeño golpe en la cabeza contra la puerta, aunque le seguí el juego rápidamente metiéndole la lengua hasta la campanilla mientras la magreaba a conciencia por encima de la ropa y ella se restregaba sin disimulo sobre mí, arañándome la nuca mientras me agarraba el pelo. Al posar mis manos sobre sus tetas soltó un gemido de placer y se puso en cuclillas sacándome la polla, tiesa y babeante, y metiéndosela con ansia en la boca. Con movimientos rápidos se la metía hasta casi el fondo, dejándosela dentro mientras le daba toquecitos con la lengua, jugando con el capullo, sorbiéndolo como si fuera un caramelo. Tras un par de minutos así se la sacó produciendo un chasquido con la boca, a medias entre beso y chupetón, que estuvo a punto de hacerme correr.
– Vamos a mi cuarto, me dijo con una sonrisa, relamiéndose y agarrándome la polla mientras me indicaba el camino.
Hasta ese momento había dejado que ella llevara la iniciativa, pero no estaba dispuesto a ser su juguetito sin más. Viendo lo zorra que era, la quería convertir en mi putita particular y gozarla como me diera la gana. Fuimos quitándonos la ropa por el pasillo que conducía hasta su dormitorio y al llegar a él, yo estaba en bolas y ella sólo con un pequeño tanga de color morado que contrastaba con la blancura de su piel. Nos quedamos de pie, besándonos, junto a un lateral de la cama de matrimonio y aproveché para amasar su culo, redondito, aunque algo caído, mientras ella me pajeaba lentamente. Le separé un poco la melena pelirroja y bajé por su cuello, recorriéndolo con la punta de la lengua, hasta detenerme en sus preciosas tetitas. Eran pequeñas, pero muy duras, bastante erguidas para su edad, llenas de pecas y de pezones pequeños y puntiagudos, de color rosa pálido. Me metí una entera en la boca y empecé a jugar con el pezón, sorbiéndolo y dándole pequeños mordiscos, mientras Carla empezaba a gemir más fuerte y aumentaba el ritmo de la paja que me estaba haciendo.
– ¡Sí, ¡¡¡¡qué rico!!!! ¡Chúpame las tetas, mi niño!!!!!!!!!!!
Me sorprendió la expresión que usó, pero seguí cumpliendo sus deseos chupando alternativamente ambas tetas y jugando con sus pezones que ya estaban duros como piedras. Cuando me cansé de las tetas, con un pequeño empujón en los hombros la tendí bocarriba en la cama, me coloqué entre sus rodillas y le saqué el tanga, completamente mojado, dejando a la vista un coño precioso, con un pequeño rectángulo de vello pelirrojo, perfectamente rasurado en el monte de Venus y de labios gruesos, rosados y prominentes, perfectamente depilados. Era el primer coño pelirrojo que veía y me sorprendió gratamente. Separé sus labios con dos dedos y apareció su cueva, húmeda, brillante y completamente rosada, coronada por un clítoris enorme, como un pequeño dedo índice que se alzaba a la espera de ser frotado, chupado o lamido. Antes de pasar a comerme semejante manjar aspiré su aroma y la descarga de pasión fue tal que estuve a punto de correrme sin que me tocara. Era el olor de una hembra en celo, hambrienta de polla y de sexo brutal, deseando que un buen rabo la empotrara a lo bestia……Y no me equivoqué en mi predicción, porque con un par de lamidas de arriba abajo, desde el clítoris hasta el ojete, y unos segundos chupando a conciencia su botón del placer, empezó a gritar que se corría mientras soltaba chorros de un líquido transparente y viscoso, en tal cantidad, que me dejó la cara como si me la hubiera meado a conciencia, resbalándome sus jugos barbilla abajo mojando parte de la colcha y formando un charco considerable en el suelo.
– ¡YA, YA, YA, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡YAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!! ¡ME CORROOOOOO!!!!!!!!!!
Asombrado por su forma de correrse, pero sin darle tiempo a recuperarse, me coloqué sus piernas en mis hombros y, apuntando con mi estaca en la entrada de su chocho, me dejé caer sobre ella clavándosela hasta las pelotas. Puso los ojos en blanco y soltó un grito que debió oírse en todo el piso, pero rápidamente se adaptó a lo que la estaba rellenando y empezó a acompañar mis embestidas clavándome las uñas en el culo para que me la follara a lo bestia.
– ¡SÍ, SÍ, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SÍ!!!!!!!!!!! ¡MÁS, MÁS, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MÁSSSSSSSS!!!!!!!!!!!!! ¡FÓLLAME, REVIÉNTAMEEEEEEEEEEEEEEEEE!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
– ¿TE GUSTA, PUTA? ¿TE FOLLA BIEN TU NIÑO???????????????
Sin dejar que me contestara le metí dos dedos en la boca para que me los lamiera y chupara como si fuera una polla mientras le martilleaba el coño todo lo rápido que podía. Los chupaba con verdadera lujuria, ensalivándolos a conciencia y mirándome con una cara de morbo que me ponía a cien. Tras un rato embistiéndola empecé a cansarme, pero, justo cuando iba a decirle que me cabalgara, me gritó varias veces que me saliera de ella.
– ¡SALTE, SALTE, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SÁCALAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Sorprendido, me salí de ella, quedándome de pie junto a la cama en un rápido movimiento, y lo que vino después me dejó atónito. Se incorporó un poco quedándose sentada en la cama y apoyada en el cabecero de esta mientras se frotaba a toda pastilla el clítoris. En un par de segundos empezó a gritar como una loca, puso los ojos en blanco y se corrió a lo bestia haciéndome disfrutar de un squirting increíble.
– ¡SSSSÍÍÍÍ!!!!!!!!!!¡AAAAHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!¡SSSSSSÍÍÍÍÍÍ!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Con la boca abierta vi cómo salían de su chocho varias ráfagas de líquido transparente, como si su coño se hubiera transformado en un aspersor, haciendo que sus jugos cayeran a un par de metros de distancia mientras ella convulsionaba y quedaba hecha un ovillo en la cama hasta quedar completamente relajada. Viendo mi cara de asombro dio un par de palmadas en la cama e hizo que me tumbase junto a ella bocarriba, con la polla tiesa apuntando al techo.
– Aún tienes que aprender mucho, mi niño, me dijo con una leve sonrisa y colocándose a horcajadas sobre mí.
Con gran destreza me agarró el rabo y se lo clavó de un solo golpe hasta que su culo topó con mis pelotas. Se inclinó un poco hacia adelante y, apoyando las manos en mi pecho, empezó a cabalgarme muy despacio, ella saboreando cada milímetro de polla que se iba clavando y yo degustando cómo me abría paso en su coño, completamente encharcado y muy caliente. Poco a poco fue aumentando el ritmo de la cabalgada y a los pocos minutos subía y bajaba por mi tranca a toda velocidad, exprimiéndomela a tope con sus músculos vaginales y haciendo que mi corrida estuviera bastante cerca. La avisé de que estaba a punto de correrme, me gritó que quería saborear mi leche y, con un ágil y rápido movimiento se salió de mí, se arrodilló en la cama y me hizo colocar de pie junto a ella. Con la mano izquierda empezó a amasarme los huevos al tiempo que se tragaba de golpe todo mi mástil, notando cómo se le abría la garganta cuando la punta de la polla le llegó hasta la campanilla. Con un par de movimientos adelante y atrás de su cabeza sobre el nabo, acompañados de succiones rápidas sobre el capullo consiguió que me corriera de modo bestial, temblándome las piernas hasta el punto de que tuve que agarrarme a su cabeza para no caerme mientras gritaba que me corría.
– ¡YYYYY……YYYAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!¡TOMA LECHE, TRAGA, TRAGA, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡TRAGAAAAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Siguió amasándome las pelotas mientras le soltaba varias descargas de leche caliente y espesa que se tragó con deleite, mirándome a los ojos y chupando sin parar. Al sentir cómo descargaba en su boca, se llevó la mano derecha al coño y empezó a frotarse el clítoris a toda pastilla mientras chupaba cada vez a más velocidad, ordeñándome hasta dejarme completamente seco y sacándose una tercera corrida, menos impactante que las anteriores, pero que la dejaron hecha un guiñapo, retorciéndose en la cama mientras temblaba y le resbalaban por los muslos los últimos restos de sus fluidos.
– ¡SÍ, SÍ, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡SÍÍÍÍÍÍÍÍ!!!!!!!!!!!! ¡AAAAAHHHHHHHHHHHH, OTRO, ¡¡¡¡¡¡¡¡OTROOOO!!!!!!!!
Completamente exhausto me tendí junto a ella y la abracé por detrás mientras las últimas réplicas de su corrida hacían que volviera a la calma. Pegó su culo a mi rabo, se volvió sonriéndome y con cara de satisfacción dio el pistoletazo de salida a un fin de semana increíble de sexo salvaje.
– Te quedas a dormir, ¿verdad?
Capítulo 2
Tras descansar un rato, sin dejar de besarnos ni acariciarnos, se levantó de la cama para llamar por teléfono y comprobar que todo iba bien con su hijo en casa de su amiguito. La visión de su cuerpo desnudo, sobre todo de su culo moviéndose al compás del contoneo de sus caderas, hizo que mi polla, aún algo decaída, empezara a tomar de nuevo un tamaño considerable. Viendo que tardaba bastante salí del cuarto y la encontré trasteando en la cocina, descorchando una botella de vino y preparando unos aperitivos. Se volvió para coger un par de copas del mueble que tenía justo encima del fregadero y aproveché la ocasión para abrazarla por detrás sin que se lo esperara, amasando sus tetitas mientras me pegaba a ella para que notara el tamaño de mi tranca. Tras el sobresalto inicial, que estuvo a punto de provocar que las copas cayesen al suelo, intentó volverse para besarme, pero no la dejé, sino que me pegué más a ella, restregándole la polla por la raja del culo para que la notara bien. Me incorporé un poco más sobre ella y mientras le lamía cuello y espalda, empecé a jugar con sus pezones, retorciéndolos con delicadeza para arrancarle un gemido de placer. En esos momentos se entregó por completo, abrió las piernas y sacó un poco más el culo para sentir bien cómo le restregaba la polla. Jugué un poco con su entrada trasera, pasándole la polla por la raja, hasta que, de pronto, me arrodillé detrás de ella y le separé las nalgas. Antes de meterle la lengua apoyó los antebrazos en el fregadero, se abrió por completo de piernas y dejó el culo en pompa ofreciéndome sus dos agujeros.
– Joder, cómo me has puesto cabrón, ¡reviéntame!
Le volví a separar los cachetes del culo y le metí la lengua recorriendo desde el clítoris hasta el ojete, dándole varias pasadas por toda la raja, tragándome sus jugos y ensalivándola bien. Estuve un rato pasando de su entrada delantera a la trasera, chupando su botón del placer y ensalivando bien su ojal, dándole toques con la punta de la lengua, como si me lo follara con ella. Al notar cómo me resbalaban por la barbilla sus jugos y mis babas supuse que estaba perfectamente lubricada, me puse de pie detrás de ella y se la clavé de golpe en el coño hasta que mis huevos toparon con su culo. Soltó un grito de placer que resonó en toda la cocina y empezó a moverse al mismo ritmo que yo la empotraba con todas mis fuerzas contra el fregadero.
– ¡DIOS, QUÉ RICO!!!!!!!!!¡MÁS, MÁS, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡MÁSSSSSSSSSSS!!!!!!!!!!!
Tras varios minutos embistiéndola a toda pastilla se agarró firmemente al fregadero con las dos manos, empezaron a temblarle las piernas y comenzó a gritarme como una loca.
– ¡SÁCAMELA, SÁCAMELA, ¡¡¡¡¡¡SÁCAMELAAAAAAAAAAA!!!!!!
Se la saqué, enfadado y sorprendido, y ella, en un ágil movimiento, dio un salto para sentarse en el borde del fregadero, abrió todo lo que pudo las piernas y comenzó a frotarse el clítoris a toda pastilla. En un par de segundos su coño volvió a convertirse en una fuente, soltando varios chorros de líquido blanquecino y caliente que impactaron contra mi cara y mi torso.
– ¡AAAAHHHHHH, SÍ, SÍ, SÍ, ¡¡¡¡¡¡¡¡YYYY……YYYAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!
Con la boca abierta, asombrado de nuevo por su brutal corrida, me acerqué a ella para sujetarla antes de que se cayera al suelo por los espasmos que tenía. La cogí en brazos y la tendí bocarriba sobre la mesa que había en la cocina. Sin dejar que se recuperase por completo me doblé sobre ella, la besé dulcemente y, girando un poco la cabeza, le susurré al oído “me voy a correr en tu culito de zorra madura”. Suspiró de excitación y, mirándome fijamente a los ojos, se mordió el labio inferior y me soltó un “sí, mi niño, pártele el culo a tu putita madura” que me la puso, si cabe, más dura de lo que ya la tenía. Imagino que ya habría follado más veces en una mesa porque, sin decirle nada, sacó el culo por un lateral de esta, dejando su espalda apoyada en ella, y me colocó sus piernas sobre mi pecho, formando un ángulo recto, que me ofrecía por completo sus dos agujeros. Se la metí de nuevo por el coño para lubricármela bien con su corrida y le di varios repasos a su raja para impregnármela por completo de sus jugos. A los pocos movimientos estiró su mano derecha hasta llegar a mis pelotas y, mientras me las amasaba delicadamente me miró a los ojos y me dijo.
– Déjate de jueguecitos y párteme ya el culo, ¿vale? No te preocupes que con lo que he soltado antes estoy bien lubricada……y no eres el primero que entra por ahí, ¿ok?
No me hice de rogar y, sujetándola por los tobillos, le abrí las piernas, cambié coño por culo y, apuntando en su ojete, empecé a empujar lentamente. Y sí, por su entrada trasera no sé cuántas pollas habrían entrado antes que la mía, pero se la clavé casi con la misma facilidad que por el coño. Con un par de golpes leves de cadera le entró el capullo y con otro golpe seco se la clavé hasta los cojones. Si el coño lo tenía caliente, el culo era una verdadera pasada. Notaba cómo me abrasaba la polla con su calentura y cómo se adaptaba a mi rabo con su estrechez. Empecé el metisaca a ritmo lento, saboreando cada milímetro de recto que le iba taladrando y, cuando empezó a gemir de placer, poco a poco fui aumentando el ritmo de la enculada, sacándosela por completo y volviéndosela a clavar hasta que mis pelotas topaban con la entrada de su culo. A los pocos minutos la estaba empotrando con tal fuerza que cayeron al suelo las cosas que había sobre la mesa y pegándole tales pollazos que se inundó el piso del ruido que hacían mis pelotas chocando con su culito.
– ¡PLOF, PLOF, ¡PLOF………!
Estuve percutiendo un buen rato dentro de su culo mientras le gritaba si era esto lo que quería de su niño.
– ¿TE GUSTA CÓMO TE PARTE EL CULO TU NIÑO? ¿ERA ESTO LO QUE QUERÍAS ZORRAAAAAAAAAAA????????????????????
– ¡SÍ, CABRÓN SÍÍÍÍ!!!!!!!!!!!!¡PARTÉMELO, REVIÉNTALE EL CULO A TU MADURITAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Notando la inmediatez de mi corrida me agarré a sus muslos, aumenté todo lo que pude el ritmo de la enculada y empecé a gritarle que me iba a correr.
– ¡ME VIENE, ME VIENE, YA, YA, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡YAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!
– ¡SÍ, DÁMELA, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡INÚNDAME EL CULOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!
A los pocos movimientos se me tensó todo el cuerpo, me empezaron a temblar las piernas y, agarrándome fuertemente a sus muslos, comencé a descargar en su recto lo que aún quedaba en mis pelotas.
– ¡AAAAAHHHHHH, YYYY……YYYYYAAAAAAAAAAAAA, ME CORROOO!!!!!!!!!¡TOMA LECHE, PUTAAAAAAAAAAAAAAA!!!!!!!!!!!!!!!!!
Al notar cómo le inundaba el culo de leche caliente y espesa volvió a afanarse en restregarse el clítoris y en un par de movimientos volvió a correrse dejándome la cara y el pecho como si me hubiera meado encima y gritando como una loca.
– ¡AAAAAHHHHHH, SÍÍÍÍÍÍÍÍ……DIOS, ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡QUÉ GUSTOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Caí sobre ella, exhausto, resoplando y empapado en sudor. Estuvimos abrazados un buen rato, ella aún empalada, hasta que nuestras respiraciones se calmaron y pudimos levantarnos de la mesa. Al salirme de ella una cascada de semen le resbaló por los muslos, formando en el suelo un charco que se confundió con los fluidos que previamente ella había derramado.
– Anda, vamos a ducharnos y luego recogemos todo este estropicio, me dijo señalando cómo había quedado el suelo.