Un grupo de negros dan buena cuenta de nuestra protagonista, que goza como una loca recibiéndoles por todos los orificios posibles, simultáneamente.
Hola a todos de nuevo. Aquí estoy otra vez, después del paron veraniego, a contaros las múltiples aventuras sexuales que durante la temporada me han ocurrido. Comenzaré por una que me ocurrió el 9 de julio, unos días antes de irme de campamento. No sé si recordareis a mi amigo Jonah, el marine. Un negrazo con un rabo que hace honor a su raza. Me había invitado a su casa, en la Castellana, a una fiesta de despedida. Además, tenia unos amigos de los EEUU, que le estaban visitando y quería que vieran lo ardientes que somos las españolas así que me puse unas mallas muy ceñidas negras y un top azul muy sugerente. Debajo, sólo me puse un tanga, para que no se marcara nada en las mallas. Llegué a casa de Jonah y comenzó a presentarme a sus amigos: Jim, otro negrazo, con unas espaldas más anchas que un armario; Carl, un rubio de California con unos ojazos azules que tiraban y Sam, un tejano moreno guapisimo. Todos eran muy amables y muy educados. Bebimos un poco, nos achispamos lo que pudimos y al final, acabamos sentados en el sofá hablando de los temas más peregrinos. Indudablemente, la conversación derivó hacia el tema que ellos querían: – – Vamos- les dije- que yo sé lo que queréis. – – ¿Cómo que lo que queremos? – – Vosotros queréis echar unos polvos gratis porque aquí vuestro amigo os ha dicho que él lo hace cuando quiere.
Jonah sonrió débilmente mientras Carl se ruborizaba hasta las pestañas. – – Vamos Rosa- dijo Jonah- solo les he dicho que eres una chica fantástica, muy liberal y sin prejuicios en lo que al sexo se refiere. ¿Tu crees que te lo haríamos pasar mal?
Le miré sonriendo. La verdad, es que ya estaba cachondisima. Mis pezones se marcaban una barbaridad en mi top y mi vagina se había puesto a trabajar, expulsando una humedad incipiente. Me acerqué a Carl y le dije que no se preocupara y acerqué mi boca a la suya, comenzando a besarle. Al principio, se mostraba tímido, pero cuando mi lengua se adentró en su boca, comenzó a manejarse. Deslizó su mano hasta mis tetas y comenzó a pellizcarme con fuerza un pezón a través del top. Mientras, Jonah se había levantado y metiendo los pulgares en la cintura de mis mallas, tiró de ellas hacia abajo, con la suerte de enganchar la cinturilla de mi tanga, con lo cual salieron con las mallas, dejándome mi almeja palpitante desnuda. Jonah cogió el tanga y se lo pasó a Jim. – – Mira, esto es humedad y no la de Nueva York. Y era cierto. El tanga debía de estar empapadisimo pues notaba el calor húmedo de mi flujo.
Jonah se arrodilló y levantando mis muslos, comenzó a comerme el coño como él solo sabe hacerlo. Primero pasa su lengua por el clítoris y comienza a hacer círculos, muy, muy lentamente, tan lentamente que creo que me voy a volver loca cuando ya estoy en un estado cercano al paroxismo, hunde su lengua en las profundidades de mi coño y la mueve como si de una batidora se tratara. En ese momento estoy casi catatónica y ya debo de haber tenido tres o cuatro orgasmos. El útero salta dentro de mi vientre como un caballo desbocado y mi vagina se contrae salvajemente… Pero en ese momento Jonah había empezado el cunnilingus, todavía quedaba satisfacción para rato Carl seguía besándome y Sam y Jim me miraban como tontos, con la boca abierta.
- ¡¡¡Qué pasa con esas pollas!!! ¡¡¡Vamos, sacadlas ya de una puta vez !!!
La ultima palabra se perdió en un gemido de placer cuando Jonah mordisqueó ligeramente el clítoris. Pero no tuve que repetirlo más veces. En un momento se quedaron en pelotas, ofreciéndome el lote de pollas erectas más grandes que jamás había visto.
Carl parecía el mas lanzado ahora, se subió al sofá y de un golpe me metió su polla en la boca, una polla corta pero gruesa. Jim y Sam se pusieron cada uno a mi lado y les agarré sus pollas, comenzando a pajearles. Chupaba como una desesperada. Me llenaba la boca de saliva y luego la rebozaba bien con la lengua. También la descapullaba con los labios y saboreaba el sabor agridulce de su prepucio.
Jonah le pareció que no estaba integrado en la fiesta, así que se despojó de sus pantalones y el slip y me dijo: – – Te voy a destripar, cariño.
Agarró su polla con la mano y comenzó a restregarme la entrada de mi coño con la punta de su capullo. Eso sí que es para volverte loca Berreando como una perra, con una polla en la boca y moviendo convulsivamente mi pelvis para empalarme cuando consideró que su polla ya estaba suficientemente rebozada de flujo, me la metió de golpe. Abrí la boca, y a pesar de tener el pene de Carl, grité de gusto, un autentico grito de placer. Arrecié en mi mamada y en mis pajas. Mientras, Jonah empezó a bombear mientras en la habitación solo se oía el chapoteo de mi raja, mis gemidos y los jadeos de los chicos. Notaba como gotas de flujo resbalaban por la raja de mis nalgas y se detenían en mi ano y también como mis músculos vaginales trabajaban el aparato de Jonah. En ese momento me vino mi quinto orgasmo. Carl de repente, gimió más fuerte que de costumbre y me agarró con fuerza del pelo. Mi boca comenzó a llenase de un semen cálido y liquido; yo tragaba y tragaba y no daba abasto. Finalmente Carl, sacó su pene y dirigió los últimos chorros a mis labios y caras. Yo tragué los restos de su delicioso esperma y le hablé: – – ¡¡¡Límpiate la polla en mi pelo!!! ¡¡¡En mi pelo !!!
Carl, obediente cogió su polla y comenzó a limpiarse los restos en mi pelo. Jim retiró su polla de mi mano y poniéndose en pie, metió su cacharro, grueso y largo, en mi boca, mientras Carl se retiraba a mirar. Chupaba como una loca y le pajeaba con mi mano libre. En eso Jonah comenzó a correrse explosivamente en mi vagina. Notaba el calor húmedo de su leche y como los chorros golpeaban las paredes de mi coño. En ese momento Jim no aguantó más y eyaculó con fuerza en mi boca, una lefa espesa y grumosa. El primer chorro me llegó directo al estomago y el resto de su crema se fue acumulando en mi boca. Jonah sacó su pene de mí, brillante por los flujos mucosos de mi coño y su semen. Él y Jim, también se limpiaron las pollas en mi pelo, mientras saboreaba lentamente el yogur de Jim. Cuando me disponía a comerle el cipote a Sam, se corrió en mi cara. Saqué mi lengua y recogí lo que pude, que fue poco porque la mayoría de chorros fueron a mi pelo ¡Qué desperdicio!.
Me encontraba en la gloria, toda sucia de esperma y con su sabor en mi boca y mi estomago bien harto de él. Yo esperaba que la cosa no hubiera acabado. Eso me lo confirmó Carl, sentado en una silla, haciéndose un pajote. Me levanté y me acerqué despacio a él. Carl me dijo que era fantástica. Yo sonreí y me senté encima de él, cara a cara. Agarré su pene, lo dirigí hacia mi cueva y me senté encima. Fue como si me hubiera dado una descarga eléctrica. Su grueso rabo se abrió paso en mis húmedas y viscosas interioridades. Carl me agarró con fuerza de la cintura y comenzó a follarme a un ritmo endiablado. Gritaba y gemía como una zorra en celo. Tenía cerrados los ojos y por eso no me di cuenta de que Jim se acercó por detrás y con cuidado apoyó su prepucio en mi ojete. Carl, al darse cuenta de lo que pretendía, detuvo momentáneamente sus embestidas. Jim, de una manera casi sádica, comenzó a empujar su polla. Notaba como mi ano gimió, como si se rasgara un trozo de tela. Abrí los ojos y me quedé boqueando, casi sin aire y sin poder respirar apenas. El sexto, séptimo y octavo orgasmo me vinieron de una manera salvaje y parecía que la matriz se me iba a salir por la boca. Por fin, Jim acomodó su cipote en mi recto y así empecé a ser follada por dos rabos al mismo tiempo. Mientras, Jonah le decía Sam: – – ¡¡¡La especialidad de la casa… El sándwich!!!
Mis jadeos eran ya gritos sentía las dos pollas y los orgasmos eran casi continuos me estaba casi deshidratando por la cantidad de flujos que perdía por mi raja parecía un grifo. Cuando Jim empujaba, mis intestinos recibían su polla con un misil y el golpe me empalaba en Carl, que a su vez empujaba y notaba las dos pollas a través de la delgada pared que separa intestino y vagina. Finalmente, Carl, agarrándome los pechos casi hasta reventármelos se corrió. Volví a notar los espasmos peneanos y el calor húmedo de su lefa. No sé si fue por simpatía o por qué pero Jim, también se corrió en mis tripas. Sus chorros me causaban cosquillas en los intestinos, notaban como resbalaban. Me quedé abrazada a Carl, respirando ruidosamente y llorando de placer. Jim se retiró y cuando creía que todo había acabado, sin desacoplarme de Carl, Sam me volvió a encular ¡¡¡Para qué contar!!! Grité de tal manera que Jonah me tapó la boca, pero como no me callaba, se subió a una mesa y me metió su polla en la boca. Chupé ávidamente, como una drogadicta, viviendo un orgasmo continuo para qué decir más. Sam se corrió en mi culo y Jonah unió su leche a la que había en mi estomago y a la de la gruesa máscara que cubría mi pelo y cara. Por fin me desacoplé y me dirigí al sillón. Gruesos regueros de esperma me bajaban por las piernas de mi culo y coño. Me tumbé reventada en el sofá. Debía ofrecer un aspecto increíble, con todo el semen ese por mi cuerpo pero la fiesta tuvo su traca final. Los cuatro chicos se empezaron a pajear delante de mí. Era increíble, cuatro pollas ofreciendo su carga seminal a mí la leche nunca mejor dicho Se corrieron como cuatro cataratas; pelo, boca, cara y mi top quedaron cubiertos de lacama viscosa más deliciosa del mundo. No tenía fuerzas ni para relamerme, mi útero todavía vibraba de contracciones supongo que me dormí
A la mañana siguiente me desperté en la cama de invitados de Jonah. Me levante y fui al cuarto de baño. Ofrecía un aspecto dantesco: Mi pelo esta cubierto de un emplasto blanco seco, mi cara de una costra reseca de esperma, así como todo mi cuerpo y mi top esta tieso del semen seco. Sonreí al espejo y desnudándome por completo, me metí en la ducha, pensando en lo que haría en el campamento pero eso es ya otra historia.