Hay que repetirse siempre un buen consejo, para los no iniciados, la entrada en las diferentes disciplinas BDSM ha de ser gradual, paso a paso.
Las pinzas son un elemento primordial en un juego BDSM, debemos siempre recordar que todas las sumisas no son iguales y dependiendo de su sensibilidad, puede ser más o menos placentero para ellas.
Siempre debemos pensar que el BDSM es el equilibrio entre el dolor y el placer; y el goce que se experimenta al sentir el roce de la piel de la persona venerada debería ser más o menos constante durante la escena; no sólo con el castigo se ha de mantener la atención del sumiso/a, sino también con el deseo que éste pueda llegar a sentir.
Para una entrada gradual de iniciación de una sumisa, en esta disciplina, no deberíamos utilizar unas pinzas metálicas y mucho menos dentadas, sobre los pezones o zonas genitales de un esclavo/a que no haya sido adiestrado antes con, por ejemplo, unas pinzas de madera o metálicas protegidas con látex, que suelen ser las más suaves.
Para llegar a ser un experto en esta materia, así como que el sumiso/a lo soporte con cierta comodidad, tenemos que conducirnos correctamente, aunque como en todo, hay personas con una capacidad menor para aguantar el dolor y otras que sin embargo lo llevan con bastante agrado.
Como en toda disciplina BDSM, en el empleo de las pinzas es importantísimo controlar el tiempo.
Cada cuerpo tiene su propio límite de resistencia, y éste no es fácil de calcular, pues depende de múltiples factores: del sistema circulatorio del sumiso/a, del lugar del cuerpo elegido para colocar las pinzas, de la tensión con que éstas se empleen, recuerda que hay pinzas en las que se puede graduar la tensión.
Es importante iniciarse comenzando por períodos de tiempo limitados.
Cuando colocamos la pinza, la zona donde la presión es directamente ejercida perderá sensibilidad, ya que se reduce el riego sanguíneo, aunque el sumiso/a no se insensibiliza por completo.
Para probar la presión de una pinza, podemos hacerlo pinzándonos en la piel que hay entre los dedos de nuestras manos cuando extendemos los dedos en abanico, sobre todo entre el dedo pulgar e índice. Nos puede decir bastante sobre la presión de la pinza y cómo, dónde, cuándo y cuántas podemos utilizar.
Las sensaciones dependen del tiempo en el que las pinzas trabajen: a mayor tiempo de colocación, mayor será el dolor.
Al retirar la pinza, la sangre vuelve a fluir por la zona pinzada, produciéndose entonces una brusca recuperación de la sensibilidad que, dependiendo del período de pinzado y el tipo de pinza utilizada, puede hacer al sumiso/a, literalmente, gritar de dolor.
Hacer una fuerte presión en esos momentos con los dedos sobre el lugar de pinzado multiplica el sufrimiento, de la misma forma que un suave masaje lo alivia en parte, siendo estas dos conductas profundamente agradecidas por el esclavo/a, sobre todo gracias al contacto personal que siente con la persona Dominante.
Establecer el tiempo máximo de pinzado es bastante difícil. Puede fijarse hasta en una hora o incluso más, si el sumiso/a es muy, muy experimentado y además cuenta con una gran resistencia física, pero, como hemos comentado antes, todo depende de su sistema circulatorio y su capacidad para resistir el dolor.
Existen algunos sumisos/as que aguantan una escena de pinzado de horas y otros que no pasan de varios minutos. Otro factor prioritario a tener en cuenta en el cálculo del tiempo de pinzado es la presión que demos a las pinzas, así como su tamaño.
Con respecto al segundo, debemos saber que cuanto mayor sea la zona de piel pinzada, tanto menos dolerá, ya que, en este caso, la presión se repartirá sobre un área mayor y será por tanto de menor intensidad. Es como esos faquires que vemos acostados sobre una cama de clavos, que cuantos más haya, más se reparte la presión y disminuye el dolor.
La tensión de las pinzas no es regulable en la mayoría de los modelos que existen, de forma que deberemos jugar con el tiempo de aplicación y, por supuesto, la zona elegida, para multiplicar las sensaciones sin ocasionar daños.
Referente a las marcas y equimosis que nuestros juguetes pueden producir, mencionar que, si te preocupa que las vean, basta con retirarlas cada cierto tiempo y colocarlas en otro lugar, así podemos conseguir que no sean evidentes.
De todas formas, y en nuestra opinión, pocas cosas satisfacen más a un Amo/a que se precie que ver las marcas del pinzado sobre la piel de su esclavo/a una vez que la escena ha terminado, incluso es de lo más placentero poderlas observar cuando han pasado varios días, si el pinzado ha sido severo y prolongado.
Otro factor a es el de la cantidad de pinzas que usaremos. El número es indeterminado, dependiendo exclusivamente de la extensión de la zona elegida; pueden colocarse en cualquier lugar del cuerpo donde haya piel suficiente para pellizcar, por lo que son válidas todas las partes del cuerpo. El orden de colocación también es arbitrario: en línea, formando círculos, dibujando arabescos, etc.
El pinzado, una vez realizado con corrección, admite también otros juegos. Podemos tocar con la mano una pinza, o un grupo de ellas, colocadas sobre el cuerpo del esclavo/a, tirando o retorciéndolas, aumentando así el castigo o multiplicando las sensaciones.
De la misma manera, es posible combinar la experiencia del dolor con algo extra como usar algún otro instrumento como golpes con la mano, látigo, fusta, etc. con el cual además podremos azotar la zona pinzada, a la vez que intentar quitar las pinzas con la lengüeta del extremo de la fusta o con la fuerza de los impactos del látigo de nueve colas, en vez de utilizar nuestros dedos, aunque ya avisamos que quitar pinzas con la fusta es bastante doloroso, a la vez que placentero, no te prives ante tal diversión, eso sí, se cuidadoso.
A la hora de retirarlas, nos encontramos de nuevo con numerosas e igualmente deliciosas opciones. Básicamente, existen dos modos: con suavidad o bruscamente. Con la primera opción, se busca aliviar el dolor inevitable de la renovada afluencia sanguínea a la zona pinzada; y con la segunda, fomentarlo y aumentarlo.
En el caso de optar por la suavidad, lo cual haremos cuando consideremos que el sumiso/a se encuentre al límite de su resistencia física, es conveniente retirar la pinza haciendo una suave presión sobre el lugar donde mordió, a fin de controlar el riego, a la vez que se realiza un suave masaje con los dedos y si previamente los humedeces con tu saliva, el sumiso/a lo agradecerá.
Si nos consta que nuestro esclavo/a puede resistir aún más castigo, arrancaremos la pinza bruscamente, incluso retorciéndola, y podemos además pellizcar con saña la zona de pinzado.
En lo que llamamos cierre o cremallera, colocamos todas las pinzas, una detrás de otra a una distancia más bien corta. Con este sistema podemos retirar las pinzas de la colocación de cremallera, no es otra cosa que unir varias pinzas, que pueden llegar a ser una cantidad considerable, mediante una cuerdecilla. Para esto son ideales las de madera, pasando esa cuerda fina a través de los agujeritos que hay en el muelle metálico de la pinza. Cuando las hayamos colocado todas, tan sólo coger uno de los extremos de esa cuerda que une todas las pinzas y tirar, bien con fuerza para que salgan todas a la vez en un efecto en cadena o lentamente, eso ya al gusto de cada uno. Eso sí, la cremallera duele, así que puedes comenzar con pocas pinzas e irlas aumentando según veamos cómo reacciona el sumiso/a, así como elegir diferentes zonas a pinzar e ir probando la resistencia del sumiso/a.
El empleo abusivo, o simplemente incorrecto, de las pinzas puede producir heridas en la piel, aunque éstas serán simplemente superficiales. En ese caso, debes lavar cuidadosamente la pinza con alcohol o con un desinfectante, prestando la misma atención a la zona herida: alcohol, agua oxigenada, etc. y recuerda conceder al sumiso/a un período de reposo antes de emplearte de nuevo sobre esa zona.
Otro aspecto que enriquece enormemente las posibilidades del juego con pinzas es la colocación de pesas en las mismas. Al añadir un peso a la pinza, ésta no trabaja ya sólo a presión, sino también a tracción, aumentando la sensación de dolor. No obstante, debemos señalar algunas precauciones a tomar muy en cuenta cuando decidamos usar pinzas lastradas. No se debe dejar caer un peso excesivo bruscamente desde el sitio donde colgara, pues en la caída aumenta su energía y puede llegar a lesionar los tejidos de donde cuelgue como los pezones, labios vaginales, escroto, pene, etc. No debes comenzar usando grandes pesos, llevar adelante un aumento paulatino sobre todo, estar muy atento a las reacciones del esclavo/a, éste sabe mejor que nadie si el castigo resulta excesivo y si puede llegar a lesionarle.
En último término, como casi todo en el mundo del BDSM, el límite del juego viene impuesto por la resistencia física del sumiso/a. Por tanto, investiga sus reacciones y condúcete de acuerdo a ellas.
Los tipo de Pinzas e instrumentos que te facilitaran este fetiche del BDSM
- Dedos; ¿Cómo no?, por aquí empezamos todos. Nuestras herramientas naturales, las manos y dedos son los mejores instrumentos que podemos desear y utilizar. Ligeras presiones en los pezones, para empezar, estiramiento de los labios vaginales o el escroto, seguidos de fuertes pellizcos, retorcer la zona elegida. Pueden emplearse sobre cualquier lugar, el control de la presión y del tiempo en cada momento es total, son nuestro mejor instrumento, por encima de cualquier otro artificial de pinzado. Utilízalos con inteligencia y morbo.
- Pinzas de Madera; El primer paso obligatorio para los no iniciados e imprescindible para los más expertos. Suelen usarse las típicas de tender la ropa, son baratas y, en caso de apretar demasiado para nuestra primera vez, pueden aflojarse fácilmente abriéndolas por la parte trasera. Son las más utilizadas, no sólo por su bajo costo y fácil adquisición, sino también porque son las mejor toleradas por los sumisos/as, siendo su tiempo de aplicación prácticamente ilimitado, lógicamente dependiendo de la presión. También pueden aplicarse en cualquier parte del cuerpo con suficiente piel para pinzar.
- Pinzas Metálicas y de Presiónpinzas; Estas pinzas pueden utilizarse sobre sumisos/as ya iniciados, aunque también son tolerables para los no iniciados, siempre que su tiempo de utilización sea más bien corto. Este tipo de pinzas las denominamos de presión por su mecanismo, pues además de apretar bastante, de su extremo suele colgar una pequeña cuerdecilla que, al tirar de ella o colgar algún peso, la presión de mordido aumenta. Además, hay que tener en cuenta que la superficie de piel pinzada donde trabaja es muy reducida, por tanto el dolor es mayor y pueden dejar marcas si rebasa unos 20 minutos, más o menos, aunque en este sentido, como de costumbre, todo depende de la constitución de cada uno. En los esclavos/as más experimentados, lógicamente, al igual que en las anteriores, puedes utilizar la cantidad de pinzas que tú desees y él soporte. Búscalas en comercios especializados.
- Pinzas recubiertas de Látex; Las pinzas de este tipo, suelen ser bastante cómodas y soportables, lo que más trabaja es el tiempo. La zona de mordido es mucho más amplia que en el caso anterior y, por lo que hemos comentado anteriormente, mucho menos dolorosas y más soportables, no sólo por su presión, sino también durante más tiempo. Las pinzas recubiertas de látex son las que más específicamente se utilizan para colgar pesos. De hecho, suelen venderse con ellos o con enganches para este fin y algunas incluso tienen una cadenita que une parejas de pinzas y de la cual también podemos colgar objetos más o menos pesados. La razón de estar recubiertas de látex es para evitar que las pinzas, a causa de los pesos, resbalen sobre la piel y se suelten. También las pinzas se soportan muy bien con los pesos colgando de su extremo, eso sí, siempre pendientes de que el peso no sea excesivo, aunque cuando lo es, lo normal es que la pinza no aguante sobre la piel y se escape. Sólo se encuentran en establecimientos especializados.
- Pinzas con mecanismo de presión; Este tipo de pinzas las podemos encontrar en tiendas especializadas, así como en las páginas de ventas por Internet. Las hay de varios tipos como esas pequeñas y estrechas con una pequeña ruedecilla para ir aumentando la presión hasta pinzar con más o menos fuerza o unas que suelen usarse en los pezones que son como un pequeño resorte que vamos apretando. Este tipo de pinzas no son muy aconsejables usarla para colgar pesos de lastre, porque, aunque quedan estéticamente bastante bien, suelen escaparse con cierta facilidad.
- Pinzas de bricolaje; Los lugares de ventas de herramientas para aficionados y profesionales son un auténtico paraíso para los amantes de las pinzas, ya que como se usan pinzas, para carpintería, electricidad, plomería, etc. encontraras pinzas de todos tamaños y colores, así como de las más variadas presiones. Las hay de plástico que sirven para unir listones de madera, de metal para conducción eléctrica, etc. en definitiva para todo, es entrar en la tienda y dejar volar la imaginación en cuanto veamos los diferentes artilugios que la mente del bricomaniaco ha inventado para su principal misión de hacer el mueble más inútil e ir pinzando por aquí y por allá.
No olvides probar dichos artilugios antes de comenzar a colocarlos en delicadas partes de la fisonomía de tu esclavo/a.
De nuevo, aquí tenemos que recordar que todo depende de la resistencia física del sumiso/a. Reiteramos que deben usarse sólo sobre sumisos/as con experiencia y cierto nivel, iniciados en pinzas; en caso contrario debes limitar su uso y tener paciencia. Aunque como de costumbre, todos los consejos que les damos pueden ser válidos para unos, pero no para otros.
Sugerencias
El juego con las pinzas puede ser muy divertido. Desde simplemente dejarlas puestas mientras la parte dominante ofrece otras prácticas. Pocos hombres las usan como parte de sumisión, aunque hay dominantes que se las colocan a su sumisa y luego colocan unas cuantas sobre su pene mientras se les realiza una felación, de esta forma ella misma puede ir intensificando su dolor, al igual que el hombre al obligarle a llegar a ciertos puntos de satisfacción.
En el mercado hay muchos tipos de pinzas, lo importante es que encuentren entre ambos el tipo de pinzas que a ella le funcionen, en la actualidad hay pinzas metálicas, plásticas o de madera que gradúan la intensidad del apretamiento así que no producen mucho dolor y tener cuidado que no se le escapen del pezón y cause un fuerte dolor.
Un juego muy común es ponerlas en los labios mayores de la vagina, nunca en los labios menores o en el clítoris a no ser que nuestra sumisa nos lo permita ya que si es primeriza podemos causar mucho daño, eso les produce también mucha excitación. Si son principiantes te sugiero que coloques dos pinzas a un lado y otras dos en el lado opuesto, así no solo tiene una sujeción sino dos, y la sensación es mas placentera para ella.
Para muchas sumisas, llevarlas puestas ya les supone placer, así que simplemente limítate a dejárselas mientras realizas otros juegos o prácticas.
Si tu sumisa no soporta algún tipo de pinzas, escápate y compra las pinzas de plástico para tendido de ropa, son pinzas que a la vista notan mucha presión pero en realidad no provocan dolor intenso, y eso produce que se exciten sin soportar unas pinzas metálicas o de madera, de este modo pueden jugar con el morbo de llevarlas puestas y así el dominante puede realizar los juegos que quiera con ellas.
También existen otros elementos que podemos usar a modo de pinzas en los pezones, como son las varillas de madera, dos varitas de madera unidas por una cuerdecita en los extremos, si aproximamos la cuerda al centro producen mas presión sobre el pezón.
Lo importante es nuestra imaginación para jugar con ellas, cada sumisa es un mundo igual que cada dominante, por ello siempre debemos conocer sus límites y gustos para que el juego con ellas resulte excitante y placentero para ambos.
Debemos siempre tener en cuenta que no hay que dejarlas puestas más de 30 minutos, ya que aunque dejen de producir dolor intenso, pueden ser dañinas para el pezón y su flujo sanguíneo, así que mucho cuidado con el tiempo.
Antes de retirarlas, recuerda ejercer un masaje en el pecho entero o en los labios de la vagina para disminuir el fuerte dolor que recibirá al ser liberada de su mordida. También es aconsejable realizar alguna otra práctica o hablarle al oído para desviar su atención y ser más soportable su dolor.
Al finalizar la sesión recuerda que…
Toda sesión severa de pinzado es conveniente, como siempre, desinfectar las pequeñas heridas que pudieran haberse producido, así como las marcas más evidentes. También, como hemos mencionado antes, proceder a la limpieza del equipo usado para prevenir posibles complicaciones innecesarias.
Recuerda, además, no dejar de acariciar con la yema de los dedos, al final de la sesión y durante ella, la zona pinzada.
Es muy gratificante para el sumiso/a recibir el reconocimiento y el cariño de su Amo/a, seguro que de esta manera en próximas escenas ellos/as serán aún más entregados.
Entonces les recordamos que no sólo en sex shops o tiendas online, sino que es ideal darse una vuelta por un supermercado en donde podrás encontrar las más comunes y de diferentes colores y materiales para usar en ropa o ya más especializados en una ferretería donde podemos encontrar de muchos tamaños y materiales como desde los llamados caimanes metálicos así como de casi de todo tipo en material, tamaño y color.
Y ya sabes, lo que resta es que utilices la herramienta más importante que tenemos: «la Imaginación«.
Esperamos que disfruten de una morbosa y fructífera sesión de pinzas.