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Los secretos de la tienda de discos

Esa chica morbosa de la compañía escondía secretos aún más morbosos

Durante un tiempo me estuve ocupando del almacén de una compañía de discos. Mi labor consistía en clasificar y colocar todos los compactos que llegaban a la compañía, usaba un pequeño y viejo ordenador para hacer la ficha de cada uno y rellenarla con todos los datos: artista, título, año, canciones, fecha de lanzamiento y el número que hacía en el conjunto del almacén para localizarlo fácilmente. Era sencillo y entretenido vaya. Entre la gente que había en la compañía me había llamado la atención una chica delgadita, morena, de ojos claros y una gran boca. Sin ser guapísima tenía mucho morbo y atractivo, sus maneras eran atentas y era muy extrovertida. Yo la echaba poco más de mi edad, yo tenía 23 por entonces, pronto descubriría cuán equivocado estaba. Las cañas después de la jornada eran habituales entre algunas de las personas que allí trabajábamos, en el bar de enfrente, lo típico, y ella se solía apuntar, cosa que me alegraba. En una de esas reuniones había descubierto su nombre: Sofía. Y había salido el tema de la edad. La mayoría eran mayores que yo, y eso aprovechaban para hacerme las típicas bromas de «crío» y demás. En una de esas me defendí aludiendo a Sofía

«bueno, no soy el típico jovencito, ella también así que meteos con ella no?» dije riéndome «jovencita. . .. yo? dijo Sofía riéndose más. Yo dejé de hacerlo.

«¿Hombre no sé, pero más o menos tendrás como yo o poco más no? Pregunté yo ya dudoso y nerviose por temor de meter la pata.

«Me echas poco más de tu edad?» dijo. Y se rio. «Pues te equivocas, tengo 31» soltó contundentemente y mirándome fijamente.

«Uaaaauh» solté boquiabierto, «de. . . de verdad que te calculaba unos 26 a lo sumo, la verdad que no los aparentas para nada». Me había quedado cortado, pero más con lo que dijo a continuación

«Pues sí 31 tampoco son tantos no? Además, podría enseñarte muchas cosas» soltó delante de todos, dejándome pasmado y con un «ooooohhhh» y unas risas generales por parte de los demás.

Aquella frase se me clavó como una daga, vaya dos sorpresas que me había llevado en un momento: la «delgadita morbosa» me sacaba 8 años y encima me tiraba los tejos, vaya, vaya, vaya. Llegó la hora de irse, y ya en la calle Sofía montó en su moto y me ofreció llevarme hasta la boca del metro. Dudé porque me dan miedo las motos, pero no pude negarme. Monté tras ella y arrancamos. El trayecto era muy breve, pero suficiente para ponerme malo: mis manos se agarraban fuerte a su cintura estrecha y dura, y su culo estaba totalmente pegado a mi entrepierna, mi mente retenía su frase del bar. . .. uffff, recorría con mi mirada sus piernas y su culo que tan sexy postura adoptaban montada en la moto. En eso que llegamos al metro, una pena, ojalá me hubiera llevado así 200 km. más. Me bajé, se quitó el casco y me dijo:

«Bueno, ¿nos vemos pronto por la compañía no?» y se despidió dándome un leve piquito en los labios. Era la guinda. Me metí en el metro sonriéndome, estaba deseando que «me enseñara todas esas cosas que ella sabía», era cuestión de tiempo y de una ocasión adecuada. Pasados unos días volvimos a coincidir una tarde en la compañía. Yo andaba muy atareado ese día, tenía montañas de discos que clasificar y colocar y mi salida se preveía tarde. Ella había terminado ya y antes de irse pasó a saludarme al almacén. «Veo que te queda para rato no?» me preguntó

«Sí, hoy sí» dije yo, «me queda tela, a ver si no acabo muy tarde».

Pareció leerme la mente, porque su respuesta era la que yo deseaba oír.

«bueno, no tengo prisa hoy, no tengo nada que hacer, ya que no nos podemos tomar unas cervezas me quedo a hacerte compañía, igual puedo ayudarte» dijo sonriendo.

Se me iluminó la cara: «claro claro, por mí estupendo» dije yo con gozo.

En la compañía solo quedaba el encargado y un par de personas en el estudio, que estaba pegado justo a mi almacén. Sofía se acomodó a mi lado en una silla. De repente el encargado vino a decirnos que tenía que salir, a menos que necesitáramos algo.

«Noooo no!! puedes irte tranquilo» exclamó ella casi cortándole la pregunta. Yo creo que él se olía algo, porque se quedó un rato allí con nosotros, pero ella le insistió en que no necesitábamos nada y que podía irse sin problemas. Por mi mente pasaba de todo, y no «beato» precisamente, y más viendo a Sofía como se las apañaba para quedarnos a solas allí, se ponía bien la cosa. Oímos la puerta cerrarse, sin embargo, Sofía salió a comprobar que se había marchado el tipo. Al volver cerró la portezuela del almacén y echó el cerrojo. Yo la miré haciéndome el sorprendido, pero estaba excitadísimo con lo que estaba pasando. Ella se sentó y mirándome mientras me agarraba la cara dijo: «Se ha ido por fin, ¿puedes dejar un momento el trabajo para hacer otras cosas no?» y sin dejarme responderla me besó la boca, abriendo la mía con su lengua e introduciéndomela hasta el fondo. Por fin. Respondí a su beso del mismo modo apasionado.

¡¡Era muy salvaje, me estaba comiendo la boca y yo la cogía de su cintura, nuestras lenguas giraban veloces dentro de nuestras bocas, nuestros labios se succionaban mutuamente, que manera de besar!! Me puse a cien en un momento. Ella se levantó de su silla y se sentó encima de mí, moviendo su delgado, elástico y fibroso cuerpo en círculos apretando su entrepierna a la mía. Era un morreo salvaje, ella daba pequeños saltos sobre mí, nos estábamos devorando la boca intensamente, nuestra respiración era rápida y sonora, con gemidos, mis manos deseosas de su cuerpo se deslizaron dentro de su jersey y acaricié sus caderas y su vientre a viva piel, que dura estaba, que fibrosa, deslicé mis manos por sus caderas hacia su culo y lo agarré fuerte contra mí, su bragueta besaba a la mía. Su respiración era un jadeo sonoro en mi boca, me estaba devorando, estaba cachondísima, como un volcán. Se movía sin cesar sobre mi duro paquete, así que decidí hacerla enloquecer y le bajé la cremallera del pantalón, metiendo mi mano entre sus piernas y acariciando su vagina por encima de las braguitas negras que llevaba. Soltó un sonoro gemido y siguió mordiéndome los labios. De repente cobré la cordura y recordé que en la habitación contigua había gente en el estudio, y temí que necesitasen algún disco del almacén, que viniese a pedirlo, que sonase la puerta, . . .. menuda pillada, pero cuando mi mano derecha removió a un lado las braguitas de Sofía y uno de mis dedos entró en contacto con su suave clítoris se me evaporó esa momentánea estela de cordura y los gemidos de mi chica me devolvieron al lugar correcto.

Mientras seguíamos enredados en ese interminable beso, más bien devoramiento mutuo de bocas, podía acariciar dulcemente su clítoris dentro d sus vaqueros, lo hacía despacio, notaba como se humedecía y jadeaba intensamente, estaba llegando al clímax y ella misma se movía adelante y atrás para que la caricia fuera más intensa y veloz. Yo estaba en la gloria, quería acariciarla y besarla así hasta que tuviese un orgasmo, pero de pronto se levantó violentamente y se arrodilló entre mis piernas, levantando mi camiseta y lamiendo mi vientre con fuerza. Lo hizo tan rápido que ni pude hacer nada. Hubiera querido seguir masturbándola, pero. . .. ella tenía otros planes. Su lengua descendió hasta mi entrepierna, y desabrochó mis pantalones, los bajó, sobó mi pene por encima del bóxer, lo lamió y engulló, el calor de su boca era increíble así con la tela en medio. . . estaba deseando que me la comiera y no se demoró. Bajó mis boxers, mi pené salió hacia arriba y así se quedó, para pronto introducirse en su boca profundamente. Me la estaba chupando mmmmmmmmmhhhhhhh que gusto me vino. Me eché hacia atrás en la silla cerrando los ojos. . . ahhhhhhhhhhh que placer.

Los abrí para mirar cómo me la comía. Su mano derecha me masturbaba y se la introducía profundo en su cálida boca. Bajaba mi piel descubriendo el glande y lo comía como una helada, con frenesí. Yo estaba alucinando. Hasta hacía pocos días la miraba con morbo y cierto deseo. ¡¡Ahora la tenía arrodillada ante mí haciéndome una mamada, en nuestro trabajo y con gente al lado y el encargado por llegar en cualquier momento!! Era para no creérselo, pero el placer que desde mi polla subía por todo mi cuerpo me indicaba que estaba pasando de verdad. Que gusto, mmmmmmhhhh como me la estaba comiendo. Era una loba, era hasta salvaje, furiosa, violenta diría, estaba como una moto de cachonda y se estaba saciando conmigo, con mi polla para ser exactos. Me la estuvo chupando mucho rato más, masturbándome en su boca, dando lamidas y chupadas sonoras a mi glande. Yo no sabía cómo parar, quería que follásemos, pero el placer que me daba su boca me tenía inmóvil, no veía el momento de actuar, y ella seguía mamando y mamando mi polla, estaba claro que no iba a cansarse ni a parar.

De repente se la sacó de la boca y se estiro para besarme, pero sin parar de masturbarme velozmente. Me tenía a su merced, yo no tenía voluntad ninguna, era demasiado gusto y porque no decirlo, demasiada mujer para mí en aquel momento.

«Sofía como sigas me voy a. . . . a. . . . . . .. » dije sollozando de gusto

«Te vas a qué, ¿eh? a qué? dijo ella lascivamente masturbándome más deprisa.

«Aaaaahhhh ahhhhhhhhhh mmmhhhhh» solté mientras mi semen estallaba en su mano, poniéndosela blanca y perdida.

«Uaaahhhh, mmmhhh que bueno. . .. » decía mientras seguía haciéndome esa monumental paja que me había hecho correrme en su mano sin remisión.

«Te lo dije, te lo dije, eso era exactamente” dije, y me sentí mal, había dejado a aquella mujerona sin orgasmo y me había corrido en su mano como un chiquillo, ¿pero que opción tuve? No me dejó hacer más la muy vampira.

«Ehhh tranquilo, ha estado muy bien, mira como me has puesto la mano» decía riéndose, yo, aunque algo cortado también me descojonaba.

«Si quieres te hago algo eh?» la dije sonriéndola y acariciando de nuevo su entrepierna por encima del pantalón

«Mmmmmm no, aquí no, el encargado vendrá pronto. ¿Mira ya que hoy me he quedado sin orgasmo, vente mañana a mi casa y nos echamos la siesta vale?» dijo maliciosamente. . . . . .

«Ufffff, me va a destrozar», pensé, «aunque que mejor manera de ser destrozado no?»

Pero esa es otra historia.