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Viaje de fin de curso

Yo quería disfrutar de mi viaje de fin de curso, pero un suspenso no me dejaba, menos mal que estaba mi profesor para darme otras opciones.

Hola, en primer lugar, me voy a presentar, mi nombre es Sara, ya he escrito algunos relatos antes en estas mismas páginas, ahora escribo una experiencia la cual tuvo lugar cuando contaba con 19 años, y los protagonistas fuimos mi profesor de matemáticas y yo.

No se si es costumbre en todas partes, pero en mi colegio en el último año de preparatoria siempre se realiza un viaje de fin de curso, ya que algunos alumnos se van ya a la universidad y otros a trabajar y cada uno toma su curso de vida, así el viaje nos sirve para despedirnos.

Este viaje en mi colegio lo realizamos a una zona costera catalana, muy bonita y turística, en la cual ni que decir tiene que nos lo pasamos muy bien, bueno, alguna mejor que los demás.

Yo no estudiaba mal, no era una estudiante modelo ni lo soy ahora, pero logré sacar los estudios adelante a la primera, bueno, me habéis pillado, esto no es del todo cierto, ya que en el último examen de matemáticas tuve varios errores que me llevaron al suspenso, suspenso que no me preocupo demasiado, ya que aún me quedaba el examen de recuperación y no había dejado ninguna otra asignatura.

Cual sería mi sorpresa cuando me di cuenta de que en examen de recuperación también fallé en algún que otro calculo, cosa que me condenaba a ir al examen de septiembre, y con toda la asignatura, dándose también la circunstancia de que si no la lograba aprobar tendría que repetir curso, ya que al ser el último año de secundaria para pasar a bachiller nos exigían haber aprobado todas las asignaturas.

Así que fui al viaje pensando en ello, y sabiendo que, aunque aún el profesor no había hecho públicas las notas yo tenía una asignatura pendiente.

Tengo que decir que este profesor tenía alrededor de 35 años, pero que se conservaba muy bien, tanto es así que varias veces me había sorprendido a mi misma mirando donde no debería de estar mirando mientras él daba clase, además de haber comentado con mis amigas que el profe de matemáticas no estaba nada mal.

Se daba también la circunstancia de que este profesor era uno de los monitores que nos acompañaba en el viaje, cosa que me lo complicaba un poco, porque cada vez que lo veía me acordaba de mi asignatura pendiente.

Una tarde, ya casi oscureciendo ya que serían las ocho más o menos yo estaba con mis compañeros de clase, en una especie de fiesta en la playa, ni que decir tiene que habíamos estado bebiendo algo, cantando y esas cosas que se hacen en las fiestas de playa alrededor de una hoguera.

En ese momento me di cuenta de que mi profesor estaba en la misma playa que nosotros, supongo que vigilándonos y que en ese momento se levantaba de su toalla y recogiendo su ropa se dirigía al hotel que estaba a unos 500 metros de la pequeña playa en la que estábamos.

Al verlo en bañador tengo que admitir que me quedé mirándolo, era moreno, alto, y hasta ahora no me había fijado en que no tenía nada que envidiar a alguno de menor edad, ya que era de complexión fuerte, y así como estaba, en bañador, pude ver que sus músculos, sin ser exagerados, estaban bien formados y se marcaban en su cuerpo, cosa que me sorprendió, ya que no me lo esperaba de un profesor de matemáticas.

No sé si fue la angustia acumulada por el hecho de saber que no había pasado mi examen o que al encontrarme yo en el estado que me encontraba no me di mucha cuenta de lo que estaba a punto de hacer, ya que había bebido algo, no mucho, pero lo suficiente para dejar mi vergüenza atrás, pero la cuestión es que me dirigí al hotel detrás de él, con la intención de hablar sobre mi examen y ver si había alguna posibilidad de no tener que presentarme en septiembre.

Dicho y hecho, casi sin darme cuenta me encontré enfrente de la puerta de su habitación, llamando con los nudillos a su puerta y viendo su cara cuando abrió.

Lo primero que le dije es que quería hablar con él sobre mi examen, que creía que lo había hecho mal, pero que tuviese en cuenta que tenía todo lo demás aprobado y que no podía disfrutar de mi viaje pensando en que me iba a quedar una asignatura para septiembre.

Cuando acabe de hablar me di cuenta de que era posible que ni me hubiese escuchado, ya que su vista estaba fija no en mi rostro, sino en otras partes de mi cuerpo, entonces me percaté de lo que pasaba, yo venía de una fiesta de la playa y ni siquiera me había cambiado de ropa antes de hablar con él.

Esto significaba que estaba delante de mi profesor, calzada con unas playeras blancas, sin calcetines ni medias, con mis piernas completamente desnudas y cubierta solo con un minúsculo pantalón vaquero corto, que ocultaba la parte de abajo de mi bañador de dos piezas, que consistía en un bikini de color negro, que sin ser de tipo tanga me quedaba bastante ajustado, de tal manera que a veces la parte de atrás se introducía entre mis glúteos.

Pero lo que más me ruborizó era darme cuenta del hecho de que la pieza de arriba de mi bikini estaba en mi habitación, ya que al ir a una fiesta en la playa yo había decidido dejarla allí y cubrirme solo con una camiseta negra que había comprado en una tienda del hotel, dicha camiseta llevaba unas letras doradas con la inscripción «costa dorada» y era del tipo de camisetas que dejan al descubierto el ombligo y para colmo mis pezones se marcaban en ella al no llevar nada que los contuviese, lo que significaba que estaba delante de mi profesor y me sentía desnuda, sobre todo porque me daba cuenta que él ya me había desnudado con la mirada.

Mi profesor enseguida notó mi vergüenza, y mirándome fijamente al rostro me dijo: ¿así que tienes muchas ganas de aprobar eh, Sarita?

Yo me quede de piedra, me había llamado sarita un profesor que durante todo el curso nos había tratado a todos sus alumnos de usted, ganándose así la fama de ser uno de los profesores más serios del curso.

La verdad es que lo que sentí en aquel momento fue una mezcla de la vergüenza que sentía al estar así delante de mi profesor y la incertidumbre de aun cuando estaba adivinando sus intenciones no saber lo que él pretendía hacer conmigo, lo cual en cierta forma me excitaba.

Y no quedo ahí la cosa, sino que me dijo que, si tenía tantas ganas de aprobar porque no se lo demostraba, a la vez que me recorría con la mirada una vez más, parándose un buen rato en mis tetitas, que parecía que era lo que más le gustaba de mi, lo cual hizo que ruborizase, bajando mi mirada, y sintiendo como me comía con sus ojos, a la vez que notaba como un cosquilleo mitad vergüenza mitad excitación recorría mi cuerpo de arriba a abajo.

Yo por aquel entonces no me diferenciaba mucho de como soy ahora ya que solo han pasado tres años, tal vez el pelo era la única diferencia, ahora lo llevo largo, y a los 16 años lo tenía en media melena, más bien cortito, mi cuerpo no es muy voluptuoso, mido 1.67 mts más o menos, mi pelo es rubio, en aquella época liso, ahora lo tengo ondulado, mi cara siempre me han dicho que es la de una niña de 14, ya que tengo un rostro bastante aniñado, mis pechos son pequeños, soy delgada, muy delgada, mi cintura es estrechita y acaba en un culito pequeño y respingón. Desde luego no voy a decir que era la más guapa de la clase, pero si una de las más deseadas, ya que solía usar una ropa bastante provocativa, que marcaba muy bien mi culito, del cual estoy muy orgullosa.

Así que el profesor me recorrió con su mirada pudiendo observar todo lo que he dicho antes sobre mi cuerpo, y cuando acabó de mirarme me repitió lo que me había dicho antes, pero esta vez pude notar que algo había cambiado, él llevaba puesto aun su bañador, y ahora un gran bulto se marcaba en él, cosa que pude ver ya que al estar avergonzada mi mirada estaba fija casi en el suelo.

Después de esto me dijo que no iba a hacerme ningún daño, que solo quería aliviar un poco la tensión que tenía, diciéndome esto a la vez que se llevaba la mano a su entrepierna.

Me asusté, debo reconocer que me asusté mucho, sobre todo cuando el se acercó a mí y me besó. Sus manos me recorrieron completamente, creo que durante ese largo beso sus manos pudieron recorrerme entera, se metieron por debajo de mi camiseta, por mi espalda, así como por delante pudiendo comprobar el estado de mis pezones, que contra mi voluntad estaban ya duros y muy sensibles llegando a estarlo más en el momento que él, muy suavemente los acarició con sus dedos.

Acto seguido una de sus manos bajo hasta mi culito, sobándolo y apretándolo mientras la otra soltaba los botones de mi pantalón corto, uno por uno, hasta que resbalo y cayó a mis pies, yo misma acabe de sacármelo, levantando mis piernas, para casi darle una patada y alejarlo de mi, a la vez que empezaba a sentir como sus dedos palpaban mi coñito.

En ese momento él agarró mi mano y la llevó hasta su pantalón, yo no me creía lo que estaba tocando, estoy tocando una polla, pensé, y no una polla como las de hasta entonces, si no una de un hombre de verdad, un hombre que me sacaba casi 20 años.

Animado al ver que lejos de rechazarle yo empecé a acariciar su polla y a meter mi mano por debajo de su bañador, ya que estaba ansiosa por tocar aquello directamente, sin tela de por medio, él me agarró por mis hombros y empezó a empujarme hacia al suelo, yo ya sabía lo que él quería, ya que no era mi primera experiencia, pero me asustaba el quedar mal delante de él, suponiendo que habría tenido mujeres bastante más experimentadas que yo.

Sin pensar más me dejé caer a sus pies, hasta quedar de rodillas, delante de él, entonces pude verla, y era espectacular, no en cuanto a su tamaño, digo espectacular en cuanto a que me pareció muy apetecible, incitaba a chuparla, me volvía loca de excitación, abrí mi boca con la intención de metérmela entera, pero el me dijo que no, que quería que sacase mi lengua y la lamiese entera, así lo hice, saqué mi lengua y empezando por la base recorrí entera toda su polla, hasta la punta, donde me entretuve un rato, lamiéndola entera, él me dijo entonces a la vez que se levantaba la polla que quería que le chupase los huevos, cosa que hice sin dudar, los lamí, los chupé, me los metí en la boca y jugué con ellos con mi lengua.

Entonces agarrándosela él mismo con una mano mientras con la otra sujetaba mi pelo me separo de él, y poniendo la punta de su polla en mis labios me dijo, casi me ordenó que abriese mi boca, obedecí, en cuanto vio el grado de obediencia que yo demostraba sonrió y dijo que el ya sabía que eso me gustaba, dicho lo cual empujó su polla poco a poco en mi boca, fue entrando lentamente, hasta el fondo, hasta mi garganta, hasta que noté como sus bolas tocaban mi barbilla.

Empezó a mover sus caderas, haciendo que su polla entrase y saliese de mi boca, a la vez que decía que lo estaba haciendo muy bien.

Yo no perdía el tiempo, mis manos estaban tocando mi coñito, apartando mi bañador, que estaba como si acabase de salir del agua, estaba empapado, y metiéndome dos dedos en mi intimidad, empezando a moverlos al mismo ritmo que él movía su polla en mi boca, yo antes se la había chupado a algún chico, pero no de esa manera, en otras ocasiones yo movía mi cabeza y el chico se estaba quieto, pero ahora no, mi profesor era el que imponía su ritmo, de tal manera que sentía como si me estuviese follando, pero mi boca en vez de mi coñito.

Estuvimos así unos minutos, durante los cuales yo no pude parar de gemir, a la vez que escuchaba como él hacía lo mismo y me decía que sabía que me gustaba, que la chupaba muy bien, que ya se había fijado en mi en el colegio y que algunas veces había podido verme las braguitas mientras daba clase.

Noté en ese momento como palpitaba su miembro dentro de mi boca, quise apartarme, pero le escuché decir a la vez que me apretaba contra él: ¿no querrás mancharte la camiseta verdad?

Así que obedeciendo me relajé, agarré sus piernas y abrí mi garganta, de tal manera que cuando recibí la primera descarga de su leche la tragué casi sin proponérmelo, quedando la segunda y tercera descarga en mi boca, su sabor era amargo y salado a la vez, no me gustaba, pero en un movimiento casi reflejo me lo tragué todo, notando como resbalaba por mi garganta a la vez que mi profesor me miraba sonriendo.

Él sacó su polla de mi boca, aún estaba dura y así como estaba empezó a frotarla contra mi cara dejando sus últimos restos de leche en mis mejillas y en mis labios.

Agarrando mis hombros me levantó del suelo, a mí casi ni me sostenían las piernas, debido al orgasmo tan intenso que había tenido a la vez que él descargaba en mi boca.

Me besó, mientras tocaba mi coñito con una de sus manos, notando mi alto grado de humedad. Me dijo que ya había subido mi nota de un tres que tenía antes a un cuatro, y que dependía de mi llegar al diez, ya que aún quedaban cuatro días de viaje, pero que me tendría que esmerar mucho y que la próxima vez no se iba a conformar con metérmela en la boca.

Después me acompañó fuera a la vez que me decía que esta noche estaría en su habitación y que me quería ver vestida con lo más parecido que encontrase a una colegiala de esas que llevan uniforme, ya que era una de sus fantasías.

Abandoné su habitación casi en un sueño, aun no me había recuperado del todo de mi orgasmo, y tardé un par de minutos en darme cuenta de que estaba en el pasillo de un hotel con mi bañador empapado, de tal manera que se podía notar la mancha de mi excitación en él, una camiseta negra medio subida casi mostrando mis pechos y el pantalón vaquero que llevaba antes puesto ahora estaba en mi mano derecha.

Me dirigí a mi habitación dispuesta a darme una ducha y a preparar la ropa que mi profesor de matemáticas me había dicho que tenía que ponerme esa noche para ir a su habitación.

Os prometo que ya seguiré contando lo que sucedió aquella noche y durante el resto del viaje.

Ya tenía el cuatro, pero aún no estaba aprobada, además tenía la oportunidad de lograr mi primer diez en matemáticas.

-Dedicado a Joaquín, mi profesor de matemáticas preferido.