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La primera vez

ADRENALINAHOY

(Este relato fue escrito en español como su idioma original)

La primera vez

La noche tomó temperatura durante la cena. El vino, y un afrodisíaco pescado de una isla de Pacífico sur se combinaron de manera explosiva. Ingrid y Sergio estaban listos, pero no lo sabían. Cientos de veces fantasearon con terceros. Lejos estaban de imaginar que iban a cruzar la delgada línea de la fantasía y la realidad. Por eso plantearon otra vez un juego. Visitar un bar swinger, para tomar algo, divertirse, ver un show y excitarse mutuamente. La curiosidad los llevó a un lugar oscuro, lo suficientemente luminoso para ver delineadas las figuras de cuerpos semidesnudos, o desnudos. No lo percibían bien. Habían hecho el amor toda la tarde y las partes más sensibles de su sexo habían sido frotadas al límite del dolor. Pero aquel clima era contagioso, y desde su rincón de observadores comenzaron a jugar entre ellos, hasta que advirtieron que todos podían jugar con todos. Y comenzaron a jugar, tímidamente con los más cercanos. Figuras grotescas con partes armoniosas, fueron transformándose en figuras familiares, algunas con movimientos grotescos y otras con movimientos armoniosos. Sergio tomó la iniciativa. Desnudó de Ingrid los pechos, el presente que nunca dudaron los dos en ofrecer. Era un primer llamado. Imitando a otros hombres y mujeres comenzó a acariciar las espaldas de las mujeres más cercanas, llegó a las redondeces junto con otras manos de desconocidos, hasta que pudo humedecer uno de sus dedos en el interior caliente de una de ellas. Allí sintió, que todo y todos eran uno solo. Ingrid, sentada en el miembro de Sergio cabalgaba y lo miraba a los ojos. Las manos de desconocidos la tocaban. Gozaba con la exposición salvaje de su cuerpo. Se sentía deseada. Recién allí, para ella, todo y todos eran uno solo. La olieron, la percibieron, y sus pechos fueron de todos y todas. Hasta que aparecieron otros pechos de la nada y se los ofrecieron a ambos. Otros pechos, por fin, un presente que nunca dudaron los dos en aceptar. Ingrid tomó sin dudar, con fruición, la oportunidad de brindar y brindarse el placer sólo posible en la sabiduría de su género. Sergio, asistía a un momento esperado y sublime. Los dos tomaron de esos pechos con la gula de un momento imaginado cientos de veces .De la nada esos pechos desaparecieron. Sergio creyó que quedaba nuevamente solo y bajó su cabeza hasta la entrepierna de Ingrid. Pero yá todo y todos éramos uno solo. Otra vez de la nada, apareció otra figura sin pechos y con un miembro enhiesto Estirando su brazo, comenzó a mimar los pechos de Ingrid, tocándolos y lamiéndolos de una manera tan delicada y armoniosa que los dos nunca imaginaron. Ingrid era el objeto del deseo nuevamente Algo que los dos nunca dudaron en ofrecer y aceptar. Sergio hizo extender el brazo de Ingrid, que apretó el miembro del desconocido y su mano sintió calor y firmeza. No hubo nada más, ni nada menos. Una gran excitación posterior, marcó los días subsiguientes. La penumbra permitió, que luego de esa noche, ambos pudieran imaginarlo como un sueño. Al fin de cuentas en la complicidad de la evocación, los buenos momentos , los sueños y la fantasía siempre encontraron el alimento que necesitan para su extraordinaria historia.


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